“El boticario rivereño”. Masueco de la Ribera 1844
"El famoso negrillo de Masueco de la Ribera, 20 agosto de 1952", fotografía publicada por el Excmo. Ayto. de Masueco. A él se referirá Don Miguel de Unamuno y Juno, hablando de la emigración ribereña al Brasil, en 1898.
En la primera mitad del siglo XIX, inmersos en las luchas entre absolutistas y liberales, y con las pequeñas batallas de la primera guerra carlista en Vilvestre aún vivas, el boticario de Masueco debía de formar un grupo de amigos con los que se debatían las noticias políticas desde un punto de vista liberal. Publica varios artículos en periódicos expresando su opinión libremente, en un estilo grandilocuente, muy al estilo de la época.Traemos aquí a colación el publicado (remitido por correo) en el diario “El Comercio” de Madrid en 1844, bajo el seudónimo de “El boticario rivereño”:
"El famoso negrillo de Masueco de la Ribera, 20 agosto de 1952", fotografía publicada por el Excmo. Ayto. de Masueco. A él se referirá Don Miguel de Unamuno y Juno, hablando de la emigración ribereña al Brasil, en 1898.
En la primera mitad del siglo XIX, inmersos en las luchas entre absolutistas y liberales, y con las pequeñas batallas de la primera guerra carlista en Vilvestre aún vivas, el boticario de Masueco debía de formar un grupo de amigos con los que se debatían las noticias políticas desde un punto de vista liberal. Publica varios artículos en periódicos expresando su opinión libremente, en un estilo grandilocuente, muy al estilo de la época.Traemos aquí a colación el publicado (remitido por correo) en el diario “El Comercio” de Madrid en 1844, bajo el seudónimo de “El boticario rivereño”:
“¿QUÉ ES HOY LA ESPAÑA
La nación famosa, vencedora del coloso que domeñara con sus águilas imperiales la Europa; ese famoso pueblo honra y prez de lealtad, de honor y de caballerosa pujanza; ese suelo clásico tan amante de su libertad, como adorador de su independencia, ¿qué faz es la que tiene bajo el régimen de los hombres, malamente llamados monárquicos conservadores? Compatriotas, sabedlo. Habia en él un pacto que poscribia la tirania y que afianzaba los derechos del trono y del pueblo, y ese pacto fue roto por seis hombres, que amenguando la dignidad del sólio, subyugando á los pueblos y despreciando las mismas leyes que hipócritamente invocaban, promulgaron sin asentimiento de las córtes y del senado, decretos restrictivos de los derechos populares, obligando al perjurio y provocando con ello á la desobediencia.
Habia en esta nación heróica millares de oficiales valientes, que mientras el partido conservador, salvas muy pocas excepciones, se mecia en intrigas camarillescas y adulaba servilmente á unos pocos maganates y enriquecía con los sudores del pueblo, combatían en los campos de Navarra, Cataluña y Valencia, á las huestes del déspota, que sin el arrojo de aquellos bravos hubiera arrebatado el cetro á una regia huérfana; y aquellos héroes cubiertos de honrosas cicatrices, y llenos de laureles, han sido reducidos á la abyección, al desprecio y á la miseria, y ocupados sus puestos, por los que en tenaz lucha combatieron contra una inocente reina y contra las libertades del pueblo.
Habia en la patria ibera una decidida y esforzada milicia ciudadana que veces mil regó con sangre preciosa el suelo pátrio para asegurar una Constitucion y el tono de su reina; y esta milicia, garantía de tranquilidad, de seguridad y de órden, fue desarmada, despreciada y vilipendiada, faltando para ello á la caballerosidad, á la fé pública y á las mas solemnes promesas.
Habia seguridad personal para el rico y pobre, para el noble y plebeyo, había independencia en los tribunales de justicia, había en fin, esperanza de una paz duradera; y elevados seis hombres á un puesto á que al menos nunca debió acercarse el que los presidia… por las razones que todos saben, se dictaron destierros, se hicieron diarias las emigraciones, se encarcelaron por antojo á ciudadanos ilustres, se depusieron en su totalidad á magistrados independientes, se provocó la iscordia, se escitó á la sedición, y se hizo una declarcion de guerra al trono y al pueblo.
Habia un partido político que ganoso de gloria, ardoroso de paz, ansioso de órden y generosos en la victoria, había abierto las puertas de la patria á sus irreconciliables enemigos, y entonando “Union, Reconciliacion, Olvido”, había estrechado con sinceridad á los mismos que en buena lid había vencido, los había colocado en los primeros puestos y los había llenado de honra y dignidades. Mas hubo unos ministros que, faltando á la moralidad y dando el ósculo Lamourete, obrando con la mala fé púnica, dijeron: “exterminio y muerte contra el que proclame libertad; persecucion y matanza contra el que no se agregue al absolutismo; martirio y delación contra el que respire un solo momento el hálito de los libres”.
El pueblo español, vencedor de tantos tiranos, sufre hoy silencioso y resignado todo el peso de la ilegalidad. Ese pueblo es para los arrogantes mandarines un aduar selvático, en el que el poder de la fuerza bruta dispone de las personas y de los bienes, entregándolas al arbitrio de un delator ó de un espía. No hay en el ámbito de España quien pueda hoy vivir seguro, sino los que manejan el sable, los que se ofrecen á seguir los pasos de un ciudadano inocente, los que hacen causa comun con los hombres de la situación, los que no conociendo mas ley que el sórdido interés, aumentan por lograr un empleo las fuerzas del partido que domina, y los que engañados con halagüeñas promesas esperan, aunque en vano, les sacan restituidos sus fueros, franquicias y preeminencias.
Empero arcodaos, hombres de la situación, que habeis dicho que el crimen nunca prescribe: tened presente que los engaños y las astucias duran muy poco tiempo: recordad que creáis á cada momento ambiciones nuevas; no olvidéis que para sostener tanto boato, tanto lujo, tanto fasto, ni son bastantes los tesoros de Arabia ni las riquezas de Creso; tened muy en la memoria que vuestras divisiones, vuestras discordias, vuestras banderías para arrancaros unos á otros el poder, el oro y las riquezas, os han de precipitar muy en breve, á términos que han de deshaceros; y no dejéis de haber presente que la injusticia, la depredación, el robo, el escándalo, jamás lograron asentar su dominación en un virtuoso pueblo.
Los tiranos y los traidores se engañaron siempre que tuvieron por eterna su dominación. El silencio sepulcral á que obliga la fuerza, no revela la resignación de los oprimidos. Cuando la audacia de un partido pone en fermentación los pueblos, una ligera chispa produce la esplosion mas violenta.
¡Hombres de la situación, el capitolio está cerca de la Roca Tarpeya!
Masueco de la Rivera 28 de julio de 1844
El Boticario Rivereño."
El taller de los "potingues" de las posteriormente llamadas farmacias, fueron en otro tiempo, lugares de cultura y pensamiento. Y en la Ribera cono no; no le anduvieron a la zaga.
ResponderEliminarDon Luis Cortés en "Donde Sayago termina",ya nos comenta una de esas tertulias y partidas en ese centro del saber que fueron las reboticas.Y que personajes.
Un abrazo y Gracias.Angel