Cine en las Arribes del Duero

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Doctor Zhivago, La Cabina, Del Pirineo al Duero...

Mapa de La Ribera del Duero en 1641, durante la invasión portuguesa

Cascada del Remolino. ARRIBES DEL DUERO

viernes, 29 de mayo de 2015

LA VENGANZA- parte V: un cuento de CONTRABANDISTAS

La tradición CONTRABANDISTA en SALAMANCA, Aldeadávila de la Ribera, La Fregeneda, Cerezal de Peñahorcada...una tradición antigua rescatada por nuestra escritora MATILDE CHERNER Y HERNÁNDEZ.

V
“On dit qu’alors, dans son delire
Ella parla d’amour, d’enfer et de trépas,
El que l’aurore qui vint luire
Ne le retrouva pas! “  (J. FAVRE)
Aquel malhadado dia fue para las dos infelices mujeres uno de los mas tristes y dolorosos.
La güelica lloraba, juraba, maldecia la hora en que Dios habia llevado á sí á María la Blanca, y aterrada ante la idea de ir en los dias de la vejez mendigando un asilo de puerta en puerta Caía en una especie de estravío que tenía todas las apariencias de enajenacion mental.
Rosalba por el contrario aparecía serena, aunque abismada en una silenciosa y profunda meditacion.
Sus ojos fijos distraidamente en el espacio parecían esforzarse en penetrar el denso velo que nos separa del mundo de los espíritus, y sus manos cruzadas tranquilamente sobre el pecho tenian toda la inmovilidad de una estatua.
El ligero soplo que agitaba sus encendidos labios era ténue y acompasado como el rumor del céfiro entre las hojas, y su frente morena y reluciente como el bronce bruñido se cubria por intérvalos de una ligera y encendida nube de fuego.
Al ver el abatimiento de la güelica, Rosalba salió aceleradamente, volviendo al poco rato con una bebida compuesta por la mujer del mariscal, y que según decian, era cosa milagrosa para el histérico[1].
-         ¡Señor! ¡Señor! ¿á dónde iré yo? Esclamaba desconsolada la pobre anciana.
-         ¿Y yo? Repetia maquinalmente Rosalba: ¿á dónde iré yo?
Y sus ojos brillaban entonces con una luz siniestra que prestaba á su semblante una espresion feroz y amenazadora.
La noche llegó lóbrega y triste como el corazon que ha perdido la última esperanza.


Los callejones desconocidos de Aldeadávila, Salamanca
Liborio volvió á la media noche un tanto sombrío é impertinente, notándose en sus escasas é insolentes palabras el entorpecimiento del que ha bebido mas que lo que le permiten sus fuerzas.
Amedrentada por la amenaza que Liborio habia hecho al señor cura, la güelica no se atrevió á dirigir á su hijo mas que algunas palabras temblorosas, sirviéndole en silencio la cena, que á pesar de su embriaguez devoraba con apetito brutal.
Despues de haber bebido de nuevo, Liborio tomó un velon reluciente como el oro, y subió la escalerilla del piso principal, tropezando á cada escalon en ambas paredes y amenizando la subida con numerosas y picantes interjecciones.alabras temblorosas, sirviebido mas que lo que le permiten sus fuerzas.
Un cuarto de hora despues las dos mujeres, creyendo ver fantasmas en su propia sombra, subieron de puntillas la escalera.
Liborio completamente vestido roncaba como un liron, tendido sobre el lecho nupcial.
Siempre de puntillas bajaron entonces á la salita, y cerrando cuidadosamente la puerta se abrazaron, llorando como dos palomas heridas por el mismo dardo.
-Hija, balbuceó la güelica, vamos antes de recogernos á rezar el escapulario á la Virgen del Cármen para que nos ilumine, porque tengo para mí, pobre pecadora, que voy á perder la cabeza antes de muchas horas.
Y la güelica sacó de su arcon un pedacito del cirio que habia llevado á la parroquia el Jueves Santo, y colocándole en un antiguo candelabro de bronce, heredado de padres á hijos y que no salia mas que cuando daban el Viático en la familia, le encendió con la mayor devocion ante una polvorosa estampa de la Vírgen del cármen que Liborio le habia traido, siendo niño, de la Fregeneda, y se puso á rezar el escapulario con esa fe que todo lo ensalza y todo lo santifica.
Rosalba equivocaba el rezo á cada palabra, empezando dos ó tres veces el mismo Pater noster.

A pesar de la escitacion de su espíritu la güelica empezó a bostezar y á dar cabezadas atacada de una fuerte somnolencia.
Liborio volvió á la media noche un tanto sombrío é impertinente, notándose en sus escasas é insolentes palabras el entorpecimiento del que ha bebido mas que lo que le permiten sus fuerzas.
Amedrentada por la amenaza que Liborio habia hecho al señor cura, la güelica no se atrevió á dirigir á su hijo mas que algunas palabras temblorosas, sirviéndole en silencio la cena, que á pesar de su embriaguez devoraba con apetito brutal.
Despues de haber bebido de nuevo, Liborio tomó un velon reluciente como el oro, y subió la escalerilla del piso principal, tropezando á cada escalon en ambas paredes y amenizando la subida con numerosas y picantes interjecciones.alabras temblorosas, sirviebido mas que lo que le permiten sus fuerzas.
Un cuarto de hora despues las dos mujeres, creyendo ver fantasmas en su propia sombra, subieron de puntillas la escalera.
Liborio completamente vestido roncaba como un liron, tendido sobre el lecho nupcial.
Siempre de puntillas bajaron entonces á la salita, y cerrando cuidadosamente la puerta se abrazaron, llorando como dos palomas heridas por el mismo dardo.
-Hija, balbuceó la güelica, vamos antes de recogernos á rezar el escapulario á la Virgen del Cármen para que nos ilumine, porque tengo para mí, pobre pecadora, que voy á perder la cabeza antes de muchas horas.
Y la güelica sacó de su arcon un pedacito del cirio que habia llevado á la parroquia el Jueves Santo, y colocándole en un antiguo candelabro de bronce, heredado de padres á hijos y que no salia mas que cuando daban el Viático en la familia, le encendió con la mayor devocion ante una polvorosa estampa de la Vírgen del cármen que Liborio le habia traido, siendo niño, de la Fregeneda, y se puso á rezar el escapulario con esa fe que todo lo ensalza y todo lo santifica.
Rosalba equivocaba el rezo á cada palabra, empezando dos ó tres veces el mismo Pater noster.
A pesar de la escitacion de su espíritu la güelica empezó a bostezar y á dar cabezadas atacada de una fuerte somnolencia.
Abuela, dijo Rosalba, procurando sofocar la emocion que agitaba sus encendidos labios: váyase vuesa merced á la cama, que harto cansada estará de llorar y cavilar todo el dia.
La güelica, que rara vez se dejaba tentar del sueño, comprendió y con razon que aquel adormecimiento era el efecto del antehistérico[1], y á fin de pasar la noche sin penas ni fatigas tomó de nuevo la medicina y se acostó, recomendando á Rosalba que estuviese con cuidado para despertarla de madrugada, cuidando tambien de apagar el cirio para que no ocurriese una desgracia.
Rosalba se arrodilló de nuevo ante la imágen de la Vírgen, y sus labios se movian acompasadamente como si rezase; pero su espíritu se perdia en las mas terribles y sombrías alucinaciones.


Luego que vió a la güelica profundamente dormida, Rosalba se levantó encendida y calenturienta como una febricitante, y se arrodilló silenciosamente al pie de su lecho, besando repetidas veces la orla de la sobrecama y llevándose las dos manos al corazon, que parecia salírsele del pecho.
Luego se dirigió á la cuna donde las dos niñas dormian tranquilas y risueñas como dos ángeles.
Rosalba se arrodilló tambien al pie de la cuna, y estendiendo las manos sobre las rubias cabecitas murmuró algunas palabras con voz imperceptible, dejando correr sus lágrimas hasta entonces trabajosamente comprimidas.
Aquella despedida parecia ser para Rosalba la mas dolorosa prueba. La desgraciada jóven, agitada por una terrible convulsion, se mordia los labios, se mesaba los cabellos y estendía de nuevo sus manos sobre la cuna como si le faltara el valor.
Liborio roncaba tranquilamente sobre su lecho, soñando tal vez con la dicha que le brindaba de nuevo su dorada copa.
Segura ya de que su dichoso burlador no podia oirla, Rosalba furiosa como un tigre, animada únicamente por el deseo de lavar en la sangre del seductor las repetidas infamias con que habia pagado su cariño, se lanzó trémula y delirante hácia la alcoba, sin cuidarse siquiera de cerrar la puerta de la saleta, que habia dejado abierta de par en par.
A la mañana siguiente la güelica que á despecho de la accion calmante del antehistérico, se despertaba siempre con el alba, vió con espanto que la cama de Rosalba permanecia intacta, y que la moza se habia ya cansado de dar vueltas por la casa y por el corral sin que le fuera posible dar con ella.
Aunque segura de que Rosalba no se hubiera atrevido en manera alguna á traspasar los umbrales de la habitacion de su hijo, y mucho menos en tales dias, la pobre madre subió la escalerilla nublados los ojos y agitado el corazon por un doloroso presentimiento.
Al llegar á la puerta de la sala que encontró abierta de par en par, la güelica percibió distintamente un tristísimo y prolongado gemido.
Pálida y aterrada la pobre anciana, ganó de un salto la puerta de la alcoba, lanzando un grito desgarrador que resonó con la velocidad del rayo en las solitarias calles de la aldea.
Liborio yacia sobre su lecho bárbaramente degollado, y Rosalba herida mortalmente en el cuello, luchaba revolcándose en un rio de sangre con las convulsiones de la agonía.
En el momento supremo, su debilidad de mujer la habia hecho traicion, la mano habia vacilado, y aunque muy pocos le quedaban todavía algunos instantes de vida.
La desventurada güelica supo entonces de boca de la moribunda que Liborio era el infame seductor que habia envenenado la vida de aquella desgraciada, y abrazándose con delirio al mutilado cadáver de su hijo, tornaba todavía los ojos hácia la infeliz que desconfiando de la justicia de Dios, habia ejercido por sí misma tan horrible venganza.
Cuando los vecinos atraidos por los gritos de la desconsolada madre, lograron penetrar en la estancia, Rosalba habia espirado ya, rogando encarecidamente á los que la escuchaban que hiciesen colocar su cadáver a lado de su víctima” .
FIN
La historia, como tantas otras de aquellos años en las Arribes salmantinas, tiene un final de muerte y de tragedia. Matilde Cherner, gran inspiradora de esta novela corta, sino su escritora, desconociendo su propio final, anticipa su propio suicidio, y también por amor.
¿Se trata de una autobiografía del desamor de Matilde Cherner? 




[1] Preparado medicinal similar a los tranquilizantes actuales.


[1] Una nueva faceta de la superstición popular en nuestros pueblos de Las Arribes.