Antes, estos días de fin de año eran días de alegría, de rondar las calles en pandilla cantando villancicos, dar la murga a alguna muchacha, pedir dulces, chochos, turrón. Eran días de familia, pero también de jarana, y de amigos.
Ahora la melancolía, y los efectos de la crisis parece que invaden todo.
Interior de la iglesia de San Salvador, plaza mayor de Aldeadávila de la Ribera, centro geográfico del Parque Natural de las Arribes del Duero y Huebra, donde los inmensos picones que transitaron contrabandistas, carabineros y cabreros miran a las cumbres de Portugal.
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