El poeta y articulista José Miguel Ullán, publica en setiembre de 1997, en Cultural EL PAÍS, esta interesante visión de las fiestas de Villarino de los Aires, y extrapolable a cualquiera de los grandes pueblos de la Ribera del Duero (ARRIBES DEL DUERO, desde Fermoselle hasta Saucelle de la Ribera).
Verbena en las fiestas de Villarino (youtube, 2011)
Verbena en las fiestas de Villarino (youtube, 2011)
(A punto he estado de perder el hilo
aldeaniego. Por quedarme embobado la otra noche ante el televisor de un bar y
hasta las tantas, con la larga secuencia de sobredosis intravenenosa de sal
gorda, tan bienintencionada para la patria en vena, que fue ese festival
preeurovisivo en homenaje póstumo a Miguel Ángel Blanco. Para no mancillar el
espíritu de Ermua, nada epilogaré sobre lo obvio, dado que sé que un bar no es
el mejor lugar para captar la esencia del rosario en familia ni la de los autos
sacramentales. Ahora bien, sinrazones tan sólo medio estéticas me empujan a no
dejar en el tintero del rencor ciertas visiones francamente duras: las
infantas, que Dios guarde, moviendo los brazos con la gracia de chinitas
maoístas, desplazadas, por milagro ventoso de Fátima, desde la plaza Roja a la
de las Ventas; los políticos, abrochándose un botón de la chaqueta cada vez que
tocaban y retocaban a levantarse; el ansión, warholizable y tierno, que, de uno
en uno y sobreponiéndose al duelo, "¡mira!", se pirraba por salir -en
pantalla; los espasmos de Julio Iglesias, casi declaraciones de apoyo -en morse
comprensible- a Diego Armando Maradona, otra víctima; el chantilly
glacial que Paloma San Basilio obtiene, otra santa, sin menester de batidora;
Raphael, el niño de Linares, anunciando "yo soy aquél", que ya se
cumplen 35 años, de paz y de presencia suya sobre el escenario,
"¡to-re-ro!", y él, de salón, se arranca, al tiempo que allí ilustra
su pensamiento eterno de que meter la mano en el bolsillo conduce a alguna
parte; Nacho Cano, alma moderna por sensible, dando sonoras cocecitas en una
especie de parodia infusa de esa rumba rapeada, aunque fuere de la burra, que
Marujita Díaz ha llamado, y se oye, Parque de María Luisa chin-pun; el
"poema inédito", no sabe Nuria Espert hasta qué honduras, del
venerable Alberti; el detallazo, ante lo allí bastante visto y oído, de que
Rocío Jurado, tabaco y oro, se santiguase; la ausencia, en fin, de María Ostiz.
Y ya está.
La piedad, aunque allí lo ignoraran
muchos, también sirve para frenarse).
Nada más escribir "sal gorda"
se acuerda de que, en este periódico, hace sólo unos días, una errata gustativa
transformaba un célebre título de Octavio Paz, Piedra de sol, en Piedra
de sal. Echó entonces de menos, como si en ello a él le fuera algo,
aquellas grandes piedras de sal, redondas, en los establos de las cuadras,
donde las lenguas de las caballerías, casi exentas, lamían y relamían lo que no
estaba en los escritos, tal vez echando solamente en falta la letanía preferida
en las películas pornográficas de hoy día:
"¡Oh, sí!"
Se lo dice una anciana con indisimulada guasa, a mitad
de la calle de La
Cumbre: "No habrá venido usted a dormir a este
pueblo..."
Al turista escandinavo, por más que sea hispanista de
renombre, se le escapa la gama, por desdicha: "Sí, ahora mismito voy a
subir a echarme la siesta". (De Assimil, bordado). La carcajada de la abuela, más que subrayadora, va a
resultar profética al instante.
En la plaza polivalente -mayor, ruedo taurino y pista
de baile- hay corrida a las seis de la tarde. Desde las cuatro y media, y cada
cuarto de hora, repica la campana del ayuntamiento para anunciarla. Además,
algún que otro cohete. Y ahora él echa de menos, para distraerse sin tener que
quitar telarañas, las carreras de los muchachos, antaño, en pos de aquel trofeo
minimalista: las varillas.
En Castilla, lo del gazpacho es cosa modernona. De ahí
que el tomate ajado resulte el predilecto para tal uso, pues aquí se tiende a
pensar que la materia líquida permite enmascarar lo putrefacto. De saberlo, el
turista escandinavo también sabría que no sólo no duerme a causa de ese ruido
exterior constante, tan disculpable:
"Estamos en fiestas".
Vuelven a estar de moda los apagones de luz. (Con
resultados, éstos sí inéditos, en los productos congelados de las tiendas
locales).
Un amigo muy rojo, de Trabanca, tiene su personal teoría al respecto: "Yo
estuve trabajando en Francia y me estoy acordando que una vez, creo que unos
terroristas, dejaron varios días sin luz a una región entera. Pues bien, a los
nueve meses allí todas las tías empezaron a parir como por ensalmo. Y a mí me
da que el PP, de acuerdo con Iberduero,
está empleando el mismo método para que el índice de natalidad crezca en
España".
Mientras tanto, Morenito de Maracay hace faena en la plaza.
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