Campo de LEDESMA (SALAMANCA) entre 1350 y 1393:
La Historia diferente de LAS ARRIBES DEL DUERO- parte 113.
Don Juan Alfonso de
Alburquerque (1350-1366)
“Estos
señoríos los poseyó después D.Juan
Alfonso de Alburquerque y Dª Isabel, su mujer, hija de D. Tello de
Meneses.”
Infante
Conde Don Sancho- hermano de Enrique II (1366)
“Y
luego que reinó D.Enrique, en el año 1366, dio a D.Sancho, su hermano, todos
los bienes de D.Juan Alfonso, que había muerto sin sucesión “e diole mas al
dicho D.Sancho el señorío de Ledesma con las cinco Villas”.
Doña Leonor de Guzmán o
de Alburquerque, hija del infante Don Sancho 1393
Era tía del futuro Rey Fernando I de Aragón, y casó con él
en 1393.
“Estos
estados y títulos los heredó Dª Leonor de Guzmán de D. Sancho su padre, y los
llevó en matrimonio[1]a
D.Fernando el de Antequera, que después fue Rey de Aragón, y éste en su testamento,
hecho en 1415, dio al infante D. Enrique, su hijo, “el condado de Alburquerque
y la villa de Ledesma y Salvatierra, Miranda, Montemayor, Granada y Galisteo,
que llaman las Cinco Villas[2].
Doña Leonor de Guzmán,
señora de Ledesma, es coronada reina de Aragón en 1414, por lo que acuden a la ciudad aragonesa, representantes
oficiales de todos sus señoríos, entre ellos, los representantes de la “Roda
de Masueco”.
La coronación como reina de Aragón se celebró en 1414.
“Doña
Leonor era hija del conde D. Sancho, Condes ambos de Ledesma. El Conde Sancho
era hermano del rey Enrique III “el Doliente”, quien se había casado con doña
Beatriz, hermana del rey de Portugal…Estas bodas se celebraron en la ciudad de
Santarém, pero pronto la peor desgracia cayó sobre ellas.
Era
Don Sancho, Conde de Ledesma, un valiente caballero, que con sólo 20 años había
intervenido ya en varias batallas. En 1374,
estando en Burgos, donde se preparaba una empresa contra el duque de Lancaster
(Alencaster) que se metía por estos reinos, una noche fatal, ocurrió la mayor
desgracia…”
Flor del almendro en el lugar histórico de LAVERDE- Poblado del Salto de ALDEADÁVILA DE LA RIBERA. SALAMANCA
El rey Enrique III nos
describe este acontecimiento histórico:
“En
Burgos se combatía contra el duque de Alencaster por sus abusos, y en este
combate, al Conde D. Sancho le
alcanzó un golpe de lanza, provocándole una herida fatal, y causándole la
muerte. Fue enterrado en la
Catedral de Burgos.
Al
ocurrir esta desgracia, doña Beatriz, esposa de don Sancho, se hallaba encinta,
naciéndole poco después una hija, a quien llamó “Leonor de Castilla”. Para pasar tranquila los tristes días que le
esperaban en su viudedad, Doña Beatriz se retiró con su hija a San Felices de los Gallegos, donde moró
en su castillo, bien acogida en tan tristes días por la Villa y sus moradores.
En
San Felices transcurrieron los años infantiles de la futura reina doña Leonor. Allá arriba, en lo alto de
la torre del homenaje, doña Beatriz mostró a su hija muchas veces los dilatados
horizontes de ambos reinos.
Doña
Beatriz favoreció mucho a la villa de San Felices, y dejó inmejorables recuerdos
en ella, pero desgraciadamente su salud no debió de ser muy fuerte, y al cabo
de unos seis años pasó a Ledesma, y allí murió el 5 de julio de 1831, siendo enterrada en la Catedral de Burgos, junto
a su marido.
Aquella
niña, su hija Leonor, que durante varios años había alegrado el ambiente
señorial de la Villa
de San Felices, al quedar completamente huérfana, fue recogida y llevada a la
corte, encontrando en el rey don Juan I, su primo hermano, un sincero y
familiar afecto.”
Es el padre Mariana quién
la va a presentar en la Corte
de Castilla del rey Enrique III el Doliente; he aquí sus palabras:
“Andaba
en la corte doña Leonor, hija única de don Sancho, conde de Alburquerque; la
dote y sus haberes y rentas, eran de tal guisa, que el pueblo la llamaba la Rica
Hembra”.
En
efecto, doña Leonor, próximamente a sus dieciocho años, era: condesa de
Alburquerque, señora de San Felices y Sobradillo, de Medellín, de Tiedra,
Montealegre, Villalba del Azor, Castromonte, Carvajales, Ampudia, Haro,
Briones, Belhorado, Cerezo y Ledesma, su
tierra. Esto solo por su padre, porque, en esta sazón, poseía también todo
lo de su madre.
Efecto
de esta posición suya opulenta, sucedió que eran muchos y buenos los
pretendientes que la solicitaban, y vino a alcanzarla el infante don Fernando, llamado el
de Antequera, hermano del rey.
Don
Fernando de Antequera, a su vez, era señor de Lara, duque de Peñafiel, señor de
Medina del Campo, de Castrogeriz, Cuéllar, Olmedo, Villalón, Cifuentes,
Mondéjar, Granadilla, Galisteo, Paredes de nava, señores de la villas del
infantado, y de otros muchos pueblos que le producían, junto con los de su
esposa, millones de maravedíes de renta.
Todo
esto, en comparación con lo que ha de venir, será poco para la Condesa, toda vez que su
bella estrella, al casarse con el exitoso Fernando, la iba a llevar muy pronto
a ser reina de Aragón, y a ser madre de cuatro reyes, y abuela de Fernando el
Católico.”
En la obra titulada “Coronaciones de los Reyes de Aragón” de
Jerónimo de Blancas, después de tratar del curioso relato de la coronación del
infante Fernando, realizada en Zaragoza, se cuenta también el relato de la
coronación de la reina doña Leonor, escrita
en lenguaje aragonés antiguo.
La ceremonia de la
coronación, se celebró en Zaragoza con la mayor de las pompas, el lujo y el
esplendor posible de la época:
“Iba
doña Leonor del brazo del príncipe, el Duque y sus hijos hacia el palacio de
los Mármoles, acompañada también de doncellas, caballeros y escuderos ricamente
vestidos. La reina montaba sobre caballo blanco y lujosamente guarnecido, y
alrededor de ella, a pie, los Grandes Señores, Infantes y ricos Hombres y
caballeros. Así que llegó a la iglesia, hizo oración y se sentó en la silla del
Rey.
Después
vino el Arzobispo Don Lope de Luna para bendecirla. El Rey se sentó en su silla
con las vestiduras con que se había coronado días antes. Allí comenzaron a
decir los Obispos y Arzobispos –de todo Aragón- las oraciones correspondientes
al acto. Dichas éstas, la Reina
doña Leonor, se postró ante el Rey, su esposo, y éste puso sobre su cabeza la
corona que era de oro y piedras preciosas: el Cetro en la mano derecha y una
sortija en un dedo de sus manos. A continuación el Rey dio la paz, y se
acercaron a la reina los Infantes sus hijos a besarle la mano. Y el Rey seguidamente,
armó a varios caballeros.
Acabadas
estas largas, vistosas y obligadas ceremonias, la Reina regresó en su caballo,
maravillando a las gentes que estaban en las calles para verla pasar. Los días
siguientes hubo torneos, justas y juegos de cañas apara celebrar la coronación.
Reinaron
estos reyes en Aragón felizmente varios años, hasta que el Rey muriera en
Igualada, retirándose entonces doña Leonor de Castilla, viviendo muchos años en
Medina del Campo, donde murió a los sesenta años de edad en 1435.”