Cine en las Arribes del Duero

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Doctor Zhivago, La Cabina, Del Pirineo al Duero...

Mapa de La Ribera del Duero en 1641, durante la invasión portuguesa

Cascada del Remolino. ARRIBES DEL DUERO

martes, 4 de noviembre de 2014

Antigua plaza mayor de VILLARINO de los AIRES

No hace mucho tiempo, justo antes de que llegara el desarrollismo y el dinero fresco de Iberduero a muchos de los pueblos de la Ribera de Salamanca, 
éstos tenían un aspecto serrano. 
De hecho, en las ferias de SALAMANCA, se decía que los dos grupos humanos más señalados y diferenciados del resto, 
-tanto por su vestimenta, habla, música y bailes- 
eran los serranos y los ribereños.

ANTONIO GARCÍA, desciende de la histórica Villa de Villarino, ha publicado recientemente en facebook dos instantáneas del año 1959, tomadas desde la iglesia parroquial.

Varios, en facebook han dicho que parecía un pueblo serrano, y que no se lo creían...en efecto, es la preciosa arquitectura tradicional arribeña.


En ellas se ven balconadas de madera a lo largo de todo el frente, sostenidas por sólidos cachorros, tejadillos a dos aguas y teja sobre listones de madera, y sobre todo escuadras bien labradas y dispuestas de una enorme sillería de granito. 
Reflejan un pueblo que fue rico por los años 20, antes de la Gran Depresión, pero en el que la postguerra ha dejado muchas heridas y pobreza... dos villarejos con la escoba cortada para leña, un cerdito correteando, una señora con una botella vacía, un rótulo semiborrado de un antiguo comercio...

Treinta años antes, estas calles y casonas lucían mucho más, pero eran las mismas que en la vecina Aldeadávila de la Ribera, de semejante población y comercio: vino, olivas, aceite, corderos, ovejas...



Ver el detalle de arquitectura, y la clásica blusa de diario de los arribeños en el año 1923-1924:



La misma plaza de Villarino, vista durante una corrida de agosto 10 años más tarde, ya se notan los cambios, y la calle se ha cementado, perdiendo su bello empedrado:




Hablando de VILLARINO de los AIRES, no podían faltar los versos del mayor poeta que han engendrado nuestras Arribes:




1
En la noche risueña del destierro,
libre ya de la ley y del instinto,
un charco de agua clara
me detuvo.
Mojo el dedo cordial trazando un círculo
y su humedad al paladar le encasca.
2
Llora, porque toda mirada entraña error.
Mas los andrajos, horca, palio y cruz no morirán por este llanto.
Mejor, fulgir
a solas y rezar en balde. ¿Como el topo?
Así; dueño de la penumbra y de su asfixia.
Hablando por hablar. A ciegas.
Ojo del corazón, quema el paisaje.

3
Persistente, la rosa.
Esclavos somos de raíz.
Rosa hedionda, zozobra y
estupor de la mordaz melancolía.
A la fosa nasal llama la Historia con sus inciensos categóricos.
Corre el verso al runrrún del sacrificio,
de mar a mar y seductor.
¡Musa servil! Sobre tu altar, un huracán de esperma.
4
El sordo dios: la carcajada inmóvil.
Murmullo de otra luz será tu fe.
Aléjate de la expresión forzada o del silencio amilanado.
Oye tan sólo la armonía neutra de lo indeciso e indomable.
Deja abierta la puerta más sumisa.
Esa ignorancia zumbará en tu oreja.
Fraternalmente.
5
Si la mano va y pierde la cabeza y,
en un doble ademán de supresión,
rompe la flecha y borra el blanco,
ciérrase luego sobre el gran reloj, sangra y se
ofrece al vilipendio abyecto,

nada esperes que iguale esta pasión, Teoría.
A todo lo das diles que bueno.




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