IV
“Todos duermen, corazon,
Todos duermen y vos non”
(CANCIONERO
GENERAL)
La Verde, salto de Aldeadávila en 1924. Excursión de las alumnas de la Escuela de La Zarza de Pumareda. Duente: Zarzadepumareda.es- El Baúl de fotos antiguas.
Durante los primeros dias
de la llegada de Liborio, la posicion de Rosalba era de las mas difíciles y
peligrosas para una mujer de veintidos años, y una mujer que como nuestra heroína
no habia conocido nunca freno á sus violentas é indomables pasiones.
Seguro estaba Liborio de
que aquella mujer no era otra que la misma Rosalba, Rosalba enamorada como
nunca, con sus encendidos labios, con sus negras pupilas en cuya voluptuosa
languidez se revelaba todo un mundo de sentimiento.
Segura estaba tambien
Rosalba de que los ojos de Liborio estaban casi siempre fijos distraidamente en
los suyos y sin embargo cinco dias habian pasado ya y ni una sola palabra se
habia cruzado entre los que según la prediccion de los familiares debian unirse
para siempre con indisoluble lazo.
Por fin, María vió con
alegría que su Liborio empezaba á cambiar algunas frases con la muchacha, y
como el trato engendra cariño, y que Rosalba al decir de la vieja “era buena como el buen pan”, á los pocos
dias, la güelica y los dos jóvenes hacian ya conversacion comun aunque
observando siempre ambos la mas prudente y estudiada reserva.
Pero á medida que los dias
pasaban, Rosalba aunque al parecer contenta y encariñada visiblemente con las
niñas, se iba tornando ligeramente pálida y sus hermosos ojos estaban casi
siempre fijos en las tostadas y atrevidas facciones de Liborio.
Aprovechándose de las
cortas ausencias de la güelica los dos jóvenes habian espontáneamente reanudado
sus relaciones amorosas, y Rosalba sencilla é inocente como todos los corazones
enamorados, olvidándose por completo de las ofensas de otros dias, llegó á
creer de buena fe que apenas las campanas del lugar doblasen para el cabo de año de María la Blanca , tocarían á boda
para que según la prediccion de los familiares ocupase la silla que habia
dejado vacante la malograda esposa.
¡ Infeliz de la hija que ve ponerse el sol á los veinte años
sin que vele su casto lecho la sombra protectora de una madre ¡ Infeliz de la
que no ha visto nunca contrariados sus caprichos, y que como la azucena
silvestre que brota en las veredas de los campos, , abre sus pétalos á los
besis del céfiro y á las caricias de la olvidadiza mariposa ¡
Liborio temiendo siempre
que el entusiasmo de Rosalba concluyese por hacerle traicion dejando traslucir
en la aldea su misterioso amor, no cesaba de recomendarla el secreto mas
absoluto hasta que llegase la hora, pues según decia: “la güelica habia jurado de antemano un odio eterno á la que se
atreviese á llamarse madre de sus inocentes y hermosas nietecitas.
-
¡ Bah ¡ contestaba siempre Rosalba
con una coquetería encantadora: ¡ Tu
madre ¡ ¡ Tu madre, Liborio, que me quiere como á las niñas de sus ojos ¡
Pero Liborio balbuceaba
algun otro suterfugio aun mas desprovisto de sentido que el anterior y concluia
por arrugar el entrecejo, fijando en la atribulada jóven sus profundas y
amenazadoras miradas.
Y Rosalba devorada por
aquel amor que herbia dentro del pecho como un inmenso cráter, pasábase las
noches enteras sin dormir, llorando y suspirando con gran asombro de la güelica
que pugnaba en vano por arrancarla su peligroso secreto.
Aunque preocupada por la
idea que subyugaba su alma, Rosalba empezó á notar que la güelica se pasaba
tambien las noches sin cerrar los ojos, y que su semblante espresaba de vez en
cuando una punzante y dolorosa inquietud.
“ –Abuela, dijo cariñosamente Rosalba una de las muchas
noches en que la pobre mujer tosia con mas frecuencia que de costumbre, ¿qué penas son las que le quitan el sueño á
vuesa merced?
-
¡Penas! Respondió tristemente la
güelica, si las penas son las que desvelan á las criaturas, muchas son, hija
mia, las que te atormentan el corazon.
-
¿A mí? Esclamó Rosalba fingiendo serenidad á favor de las tinieblas.
-
Sí, hija mia, porque hace ya mas de dos
meses que te siento pasar las noches en vilo, y hasta juraria que mas de
cuatro veces te oigo llorar y suspirar, que parece como que me partes el alma.
Rosalba sintió que su frente se cubria de
una nube de fuego, y haciendo un esfuerzo sobre sí misma murmuró con voz
entrecortada:
-
“Sueños…sueños…que!
-
Bien hija mia…bien…yo no pretendo obligarte
ahora á que me reveles la pena que te desvela, que cuando tú me la callas
sabiendo lo que te quiero…pero no puedo ocultarte ya por mas tiempo esta zozobra que me roe el corazon como una culebra…El enemigo malo está
conmigo.
-
“¡Abuela! balbuceó Rosalba estendiendo su mano hasta encontrar la de la
güelica…hable vuesa merced que parece ya como que no se me llega la ropa
al cuerpo.
¡ Sí, hija mía! En
medio de todos los traspieses de la mocedad, y á pesar de que la vida del
contrabando apaga todos los recuerdos de la casa, Liborio habia conservado
vivo el cariño hácia la pobre güelica; pues bien, hace ya
muchos días que mi hijo se ha tornado para conmigo brusco, reservado y … qué sé
yo, hasta se me figura que huye de mí como si estuviese fraguando alguna trama
diabólica,… el otro dia le hablaba yo de lo mucho que quieres á mis pobres
nietecitas, y de la vuelta que has dado á la casa, y despues de contestarme una
ó dos palabras estraidas de esas que
no dicen ni sí ni no, se quedó callado por mas de un cuarto de hora, y parecia
que las niñas de los ojos se le tornaban
hácia adentro, como dice el señor
cura de Aldea Dávila que se les tornaban á los monederos falsos … ¡ay
Rosalba! Y qué bien te decía yo esta mañana cuando se rompió el espejillo de
María la Blanca ,
que alguna desgracia nos anda rondando muy de cerca[1].
-
“Pero abuela, respondió Rosalba
vivamente afectada, yo no veo que porque
Liborio ande pensativo, haya de sucederle á vuestra merced ninguna desgracia”.
Y Rosalba impresionada con
la idea de que la preocupacion de Liborio provenia únicamente de su amor, pasó
una gran parte de la noche consolando y animando á la afligida anciana, y
concluyó por dormirse tranquilamente soñando con verse ya en posesion de la
codiciada silla de María la Blanca que le habian
pronosticado los familiares.
A pesar de la dulce
influencia que ejercian en su ánimo las cariñosas palabras de Rosalba, la
güelica continuó suspirando hasta el nuevo dia, segura de que la reserva de su
hijo encerraba para ella una dolorosa significacion.
Para que la alucinacion de
Rosalba fuese completa, Liborio al parecer cada vez mas enamorado, salió para la Fregeneda á donde según
decia iban á concertarse algunas cuadrillas, prometiéndola traerle á
su vuelta un alegre y abigarrado traje de indiana portuguesa.
El galan volvió en efecto
trayendo cargado el macho con un enorme fardo de indianas, cuties y muselinas
inglesas de contrabando,[1] con gran
alborozo de Rosalba que veia en aquellas compras los aprestos para la boda.
La güelica que leía con ojos de madre en el corazon de su hijo, no
veía las indianas, ni los cutíes sino aquella mirada sombría que
esquivaba la suya, y en cuyo profundo rayo creia vislumbrar la pobre anciana
fatídicos pronósticos.
A la mañana siguiente muy
temprano Liborio montó de nuevo en el macho llevándose con gran asombro de su
madre las mejores telas y encargándoles que le aguardasen porque volveria
tarde.
La güelica aunque desconcertada por aquel aspecto glacial abrazó á su
hijo y se asomó á la puerta para verle partir.
Cuando el ginete y el
caballo desaparecieron al traves de los olivares, la pobre mujer envió a
Rosalba al campo con las niñas y comenzó á llorar silenciosamente oculta en el
fondo de la cocina.
Rosalba llevaba de la mano
á María que era la mayorcita, estrechando contra su pecho á la menor que
amamantaba cuidadosamente con la cabra.
Segura de que Liborio se
habia llevado las indianas para que le
hiciesen las vistas[1],
la enamorada jóven atravesaba los olivares cantando alegremente como la
alhondra y sintiendo ya escrúpulos de conciencia por no haber revelado todavía
su secreto á la pobre güelica que la
queria como á las niñas de sus ojos.
Al volver á casa Rosalba
encontró á la pobre mujer llorando amargamente y mesándose los cabellos con el
mayor desconsuelo.
-
¡Hija de mi alma! Esclamó abarcando con sus
delgados brazos á Rosalba y á las dos nietecitas, ¿no te decia yo que el enemigo malo estaba conmigo? ¡Dios mío! ¡Qué
será de mi!
Rosalba atemorizada no
acertaba á preguntarla la causa de aquella desesperacion.
-
¡Se casa! ¡se casa! Esclamaba la güelica
sollozando, y se casa con una hiena, con
una infame que matará mis nietecitas á
mano airada…¡ay! ¿por qué el Señor no me habrá llevado á mí en lugar de
María?
-
¡Se casa! Repitió Rosalba
estrechando convulsivamente las manos de la desconsolada madre: ¿y quién se casa?
-
¡Mi hijo! ¡mi Liborio! respondió la güelica con
voz entrecortada, y se casa con la mujer
mas feroz y desalmada que se encuentra en veinte leguas á la redonda. ¡Ah! El
espejillo, el espejillo de María la
Blanca. ¡Pobre María!
Rosalba exhaló un ligero
grito y se llevó las manos al corazon como si se sintiera herida de muerte.
Luego se pasó la mano por
la frente cubierta de sudor, y reponiéndose al instante de su sorpresa, rogó
cariñosamente á la güelica la refiriese todos los pormenores de aquel
misterioso drama.
Entonces supo de boca de
la infeliz Maria, que el señor cura se le habia presentado pocos momentos antes
para notificarla que su hijo iba dentro de dos dias á casarse con una buena
moza muy conocida en la
Fregeneda , y que tenia órden del mismo Liborio para
recomendarla que buscase donde vivir, porque la moza era mujer lo mismo para un
barrido que para un fregado y que le estorbaban las moscas.
Rosalba miró á la güelica
como quien ve visiones.
¡Pero no es eso solo hija de mi alma! Añadió la pobre anciana
dejando caer la cabeza sobre el pecho de Rosalba, sino que el infame ha tenido
valor para decir al señor cura que es preciso que yo lo ignore hasta pasado
mañana, y que tiemble por su sotana, si esta noche le decimos á su vuelta una
sola palabra.
Rosalba quiso hablar, pero
la cólera sofocó la voz en su garganta, y estrechando convulsivamente las manos
de la güelica lanzó un rugido espantoso que hizo temblar sobre sus cimientos
las débiles paredes del caserío.
Picón del Tío Felipe y Salto del Gitano en 1906
* Puedes leer las partes anteriores del CUENTO: "LA VENGANZA":
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[1] “Muselina”:tela de algodón, seda, lana,
étc.fina y poco tupida. Diccionario RAE.
“Cutí”: tela
de lienzo rayado o con otros dibujos que se usa comúnmente para cubiertas de
colchones. Idem, RAE.
“Indiana”: tela
de lino o algodón, o mezcla de uno y otro, pintada por un solo lado. RAE.
[1] La
anciana “María la güelica” muestra
aquí una profunda superstición, muy acendrada en aquellos años de la primera
mitad del s.XIX.