La construcción del Salto de Aldeadávila de la Ribera fue muy, muy dificultosa: un auténtico reto para la tecnología de la época. No sólo por la impresionante cerrada del Duero, y por los enormes caudales por metro lineal -los mayores de Europa- sino también por los accidentes de trabajo que se iban produciendo.
Iberduero fue modélica en la aplicación de nuevos métodos: de enfriamento de la masa de hormigón, de la planta de producción de áridos, y sobre todo de Seguridad en el trabajo para los trabajadores de la obra. A pesar de ello, se produjeron accidentes mortales, pero no tantos como los que se afirmaba en los corrillos de los pueblos de la SALAMANCA de entonces.
El ingeniero Ángel Galíndez afirmaba que la tasa de accidentes por millón de horas trabajadas era incluso inferior a la media de obras semejantes en Europa....Los accidentes más graves que se dieron fue la explosión de una de las casetas del polvorón, con 4 fallecidos, el derrumbe en las laderas de Portugal con 9, y caídas al vacío del enorme Cañón: en total más de 60 muertos.
Uno de los fallecidos, como queda recogido en los Anales del Ministerio de Trabajo (BOE 1 de julio de 1959) fue Emilio Cavero Velasco, en el accidente producido el día 26 de febrero de 1959.
Emilio era joven, tenía 24 años de edad, y procedía de ZAMORA, del pueblo de Peleas de Abajo.
Durante la inauguración oficial del Salto en octubre de 1965, se entregó a una de las viudas, en representación del resto, una medalla conmemorativa, en recuerdo de estos trabajadores.
Iberduero fue modélica en la aplicación de nuevos métodos: de enfriamento de la masa de hormigón, de la planta de producción de áridos, y sobre todo de Seguridad en el trabajo para los trabajadores de la obra. A pesar de ello, se produjeron accidentes mortales, pero no tantos como los que se afirmaba en los corrillos de los pueblos de la SALAMANCA de entonces.
El ingeniero Ángel Galíndez afirmaba que la tasa de accidentes por millón de horas trabajadas era incluso inferior a la media de obras semejantes en Europa....Los accidentes más graves que se dieron fue la explosión de una de las casetas del polvorón, con 4 fallecidos, el derrumbe en las laderas de Portugal con 9, y caídas al vacío del enorme Cañón: en total más de 60 muertos.
Uno de los fallecidos, como queda recogido en los Anales del Ministerio de Trabajo (BOE 1 de julio de 1959) fue Emilio Cavero Velasco, en el accidente producido el día 26 de febrero de 1959.
Emilio era joven, tenía 24 años de edad, y procedía de ZAMORA, del pueblo de Peleas de Abajo.
Durante la inauguración oficial del Salto en octubre de 1965, se entregó a una de las viudas, en representación del resto, una medalla conmemorativa, en recuerdo de estos trabajadores.