Érase una vez un pueblo de las Arribes -entonces Rivera del Duero- en la que sus gentes necesitaban moler la mies y obtener la harina con la que fabricar el pan... de siempre habían existido
"los molineros que trabajaban en los molinos de la Ribera -de Masueco-, o en el Molino de la Lastra.
Las Aceñas del Duero funcionaban dirigidas por los hermanos Jacintote.
El Timoteo Labores, venido de la Mancha, que había adquirido carta de naturaleza en el pueblo, y contraído matrimonio en Corporario, fue quien puso en marcha el Molino de Viento.
Lo reconstruyó y reformó según el modelo de los de su tierra, invirtiendo en ello todos sus ahorros, y gracias a los recursos de su suegro, rico propietario, pudo realizar el proyecto y al fin ver voltear a los cuatro vientos las aspas de su molino.
El negocio era seguro y auguraba un claro porvenir, dadas las circustancias que en él concurrían, situación estratégica en lo más alto del término, proximidad a las dos localidades de Aldeadávila y Corporario, y novedad...
Empezó la afluencia de clientes que llevaban sus costales de grano al molino para hacerlo harina...y aquello ¡iba viento en popa!
Pero pronto los factores negativos hicieron su aparición: el viento se paraba, permaneciendo sin soplar horas, y a veces días, lo cual venía a producir impaciencias y desánimos en la clientelas, sobre todo en los que tenían prisa por recoger su harina.
Al mismo tiempo se desató una campaña contra la molienda, en el sentido de que ésta era inferior a la de los molinos de agua.
Todo ello hizo que la gente se fuera retrayendo, el auge del molino decayó, y su propietario, el Timoteo Labores, al final...se arruinó".
Ésta es la pequeña historia del Molino de Viento de Aldeadávila de la Ribera, probablemente el único que existió en las Arribes, una buena idea de un manchego: el Tío Timoteo Labores.
El resumen de la Historia del MOLINO de VIENTO de ALDEADÁVILA de la RIBERA está tomada de un libro interesantísimo: "Mi Tierra: Las Arribes del Duero. Recuerdoa de mi niñez" de EUSEBIO LEDESMA NIETO, editado por el Ayuntamiento de la Villa de Aldeadávila, en mayo de 2010, y que puede encontrase en su Oficina de Turismo y en las librerías de la localidad.
Era verdad la historia, la finca del Molino de Viento, que da nombre a una de las calles del pueblo está situada en el punto más alto del casco urbano, incluso superior al Teso de Santiago -donde está el Hostal El Palomar- y la inversión que se hizo a finales del XIX debió de ser grande, basta ver el portón y el cierre de la finca que todavía se mantienen en pie.
¿Qué aspecto tendría?:
Molino de viento en Espasante -La Coruña- mayo de 1925. Foto de la colección tomada por Ruth Matilda Anderson para la Hispanic Society of America. HSA
El maestro y escritor ribereño Eusebio Ledesma nos aclara que tenía cuatro aspas, y es lógico pensar que el cuerpo era de piedra, el elemento usado entonces, así que tendría un aspecto muy semejante a éste reinaugurado recientemente en nuestro Município vecino de Carrazeda de Ansiães -Trás-os-Montes:
"los molineros que trabajaban en los molinos de la Ribera -de Masueco-, o en el Molino de la Lastra.
Las Aceñas del Duero funcionaban dirigidas por los hermanos Jacintote.
El Timoteo Labores, venido de la Mancha, que había adquirido carta de naturaleza en el pueblo, y contraído matrimonio en Corporario, fue quien puso en marcha el Molino de Viento.
Lo reconstruyó y reformó según el modelo de los de su tierra, invirtiendo en ello todos sus ahorros, y gracias a los recursos de su suegro, rico propietario, pudo realizar el proyecto y al fin ver voltear a los cuatro vientos las aspas de su molino.
El negocio era seguro y auguraba un claro porvenir, dadas las circustancias que en él concurrían, situación estratégica en lo más alto del término, proximidad a las dos localidades de Aldeadávila y Corporario, y novedad...
Empezó la afluencia de clientes que llevaban sus costales de grano al molino para hacerlo harina...y aquello ¡iba viento en popa!
Pero pronto los factores negativos hicieron su aparición: el viento se paraba, permaneciendo sin soplar horas, y a veces días, lo cual venía a producir impaciencias y desánimos en la clientelas, sobre todo en los que tenían prisa por recoger su harina.
Al mismo tiempo se desató una campaña contra la molienda, en el sentido de que ésta era inferior a la de los molinos de agua.
Todo ello hizo que la gente se fuera retrayendo, el auge del molino decayó, y su propietario, el Timoteo Labores, al final...se arruinó".
Ésta es la pequeña historia del Molino de Viento de Aldeadávila de la Ribera, probablemente el único que existió en las Arribes, una buena idea de un manchego: el Tío Timoteo Labores.
El resumen de la Historia del MOLINO de VIENTO de ALDEADÁVILA de la RIBERA está tomada de un libro interesantísimo: "Mi Tierra: Las Arribes del Duero. Recuerdoa de mi niñez" de EUSEBIO LEDESMA NIETO, editado por el Ayuntamiento de la Villa de Aldeadávila, en mayo de 2010, y que puede encontrase en su Oficina de Turismo y en las librerías de la localidad.
Era verdad la historia, la finca del Molino de Viento, que da nombre a una de las calles del pueblo está situada en el punto más alto del casco urbano, incluso superior al Teso de Santiago -donde está el Hostal El Palomar- y la inversión que se hizo a finales del XIX debió de ser grande, basta ver el portón y el cierre de la finca que todavía se mantienen en pie.
¿Qué aspecto tendría?:
Molino de viento en Espasante -La Coruña- mayo de 1925. Foto de la colección tomada por Ruth Matilda Anderson para la Hispanic Society of America. HSA
El maestro y escritor ribereño Eusebio Ledesma nos aclara que tenía cuatro aspas, y es lógico pensar que el cuerpo era de piedra, el elemento usado entonces, así que tendría un aspecto muy semejante a éste reinaugurado recientemente en nuestro Município vecino de Carrazeda de Ansiães -Trás-os-Montes: