Cine en las Arribes del Duero

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Doctor Zhivago, La Cabina, Del Pirineo al Duero...

Mapa de La Ribera del Duero en 1641, durante la invasión portuguesa

Cascada del Remolino. ARRIBES DEL DUERO

domingo, 19 de abril de 2015

LA VENGANZA de MATILDE CHERNER parte I

Existen parajes, en nuestra Castilla y León asociados para siempre al misterio de viejas historias y leyendas,...parajes naturales que parecen hechizarnos y que nos retrotraen hasta la Edad Media. 
Esta vieja y singular tierra de Las Arribes ha tenido mucha facilidad para crear historias fantásticas, supersticiones ancestrales, y en definitiva contar cuentos.
Esta facilidad para recrear cuentos, historias reales que han ido transformándose en cuentos, o simplemente historias fabuladas basadas en cierta medida en hechos reales, es la que ha engendrado entre nosotros notables “Cuentacuentos” de la literatura española o hispanoamericana. El más célebre ha sido sin duda Hernández Catá, pero no el único.

Página 235 –“Fotografía X” del libro “Fotografías sociales” de Robustiana Armiño, publicado el año 1862.

Ya dos siglos antes, el padre fray Alonso Sendino se hace eco de una conocida tragedia transformada en copla “El Toru de Aldeadávila” de una tradición todavía más anterior, pero también antes que Hernández Catá surge la figura de Matilde Cherner y Hernández, tía segunda suya por parte de madre, natural al igual que los otros dos autores en la misma villa de Aldea-Dávila, que por aquellos años sobrepasaba de largo los 2000 habitantes, gracias a su próspera Aduana terrestre y a la comercialización de sus frutos mediterráneos.

Robustiana Armiño facilitó mucho la entrada de  nuestra protagonista, Matilde en el mundo periodístico y editorial. Sin duda esta historia, esta “Fotografía social” tan del gusto de la “literatura realista” de la segunda mitad del s.XIX fue escuchada por Matilde en su infancia y adolescencia por Aldeadávila, y o bien fue directamente escrita por Matile, centrándose Robustiana únicamente en su publicación –lo que parece más probable-, o bien influyó grandemente en su redacción.

Nota: para ser veraces con la publicación original, transcribiremos literalmente el escrito, aunque los términos y tildes muchas veces, no sean los de nuestro lenguaje actual.
“Fotografía X: Venganza”
“Escucha sueños de rosa
Mecieron mi abril de paz,
Como niña caprichosa,
Ligera cual mariposa
Hendí los aires fugaz.
Y mis alas pintadas
De fúlgido color,
Perdieron en las zarzas
Su místico primor;

Y mi noble corona
De tibio rosicler,
Quemáronla las auras
De amoroso vergel”. (R.A.)

El Picón de Felipe, lugar mítico no sólo de su amor, sino de los contrabandistas de la frontera, en lo más intrincado de ella.

"No lejos de Aldea-Dávila y antes de internarse en el vecino reino de Portugal, cruza el caudaloso Duero plácidas y feraces campiñas donde la naturaleza parece haber reunido todo lo más grande; todo lo más poético de sus caprichosas galas.
Allí encontrais perfumados bosquecillos de naranjos y limoneros, de acacias y de almendros que alfombran el suelo con sus nevadas flores; la higuera de las Indias que se estiende lujuriosa por las tapias de los cercados, las rosadas adelfas, emblema de la belleza y del orgullo, y todos estos árboles y todos estos arbustos confundidos en magnífico desórden entre espesas matas de romeros y tomillares, de amarillas retamas y grosellas silvestres, que brillan á los rayos del sol como transparentes y encendidos rubíes.

Y allá entre un espeso muro de verdura, formado por laberintos de azulados lirios y blancas azucenas que sujetan en sus amorosas redes las caprichosas algas, el Duero, el caudaloso Duero, que ruje embravecido en su profundo cauce guarnecido por ambos lados de elevadas montañas coronadas de pinos y olivos, y orgulloso de verse constantemente acariciado en su camino por la mas rica y exuberante vegetacion.




Allí encontrais ese tipo meridional, ardiente, voluptuoso, que engendra pasiones enérgicas é indomables, la mujer morena de negros ojos y encendidos labios, la mujer de corazon apasionado y varonil que no concibe poder alguno capaz de contrarestar su poderosa é inflexible voluntad.
En la falda de una de las montañas que guarnecen la ribera y que forman por aquella parte la frontera lusitana, estiéndese alegremente al sol del medio día, un gracioso pueblecito de ochenta ó noventa casas á lo mas, y cuyas cenicientas paredes se destacan apenas entre los elevados pinos y frondosos viñedos que bajan escalonados desde la cima de la sierra hasta las románticas márgenes del Duero.




Hija única del mas rico labrador, dotada de una de esas hermosuras soberanas que rinden y avasallan á su paso todas las voluntades, Rosa era sin duda alguna, la mas bella, la más rica, y sobre todo la mas despótica de todas las doncellas de la aldea.

Al perder á su madre que era una santa mujer, dulce y cariñosa como una paloma, pero ascética y severa como un monje, Rosa se encontró á los doce años en completa libertad para seguir los instintos de su corazon ardiente y orgulloso, que la impelia por una senda peligrosa y desconocida.

Su padre anciano ya, y entregado ciegamente al vicio de los naipes, plaga mortífera que devora sin escepcion todas las aldeas, pasábase los dias enteros en el estanco, verdadero garito donde á título de la brisca y el truquiflor, se concluia siempre por el monte, atravesando en tan azaroso juego cantidades enormes, si se considera lo repartida que se encuentra la propiedad en aquel hermoso pais.

Rosa, dueña absoluta de su albedrío y que por otra parte no habia tenido jamas apego alguno á los quehaceres domésticos, pasábase los dias de fiesta en fiesta, y de romería en romería, acompañada constantemente por otras dos  amigas que tan holgazanas como pobres, la seguian á todas partes como dos satélites.

Coqueta por naturaleza y bastante rica para vivir sin trabajar, Rosa, cediendo á su natural inclinacion de burlarse de todos sus adoradores, ponia en juego los mas hábiles resortes para seducir á los que deslumbraba con su belleza, y despues de llevarlos públicamente uncidos al carro de sus caprichos, los heria sin piedad lanzándolos con frecuencia al insondable abismo de la desesperacion.

Las doncellas de la aldea la envidiaban, las madres que se enorgullecian de ver á su lado mancebos de veinte años, la profesaban un odio mortal, y las comadres que en la aldea como en la ciudad se ocupan solo de comentar vidas agenas, se reunian á hilar al sol, refiriendo acerca de Rosa mil anécdotas á cual mas significativas, y cantando maliciosamente al verla pasar:

“ Que bien dijo aquel que dijo
Que la mujer que es hermosa
Lleva desgracia consigo.”

Pero Rosa habia ya cumplido diez y ocho años, y á pesar de que en las familias bien acomodadas las muchachas casi nunca cumplian los diez y seis abriles, nuestra heroína no habia elegido esposo todavía por la sencilla razon de que siendo rica, jóven y hermosa se creia con derecho á unir su mano con la de un medio señor que la llevase á pasar el invierno á La Fregeneda, villa la mas notable y bulliciosa entre las villas fronterizas.


Linha do Ferro sobre o Douro. Al fondo colina de LA FREGENEDA.

Pero en la época á que nos referimos, la célebre zarzuela de Jugar con fuego[1] no había llegado todavía á las fronteras de Portugal, y Rosa que habia acudido siempre ansiosa de conquistas á la feria de la Fregeneda, se enamoró sin adivinarlo siquiera, de un gallardo mozo propietario de numerosas tierras de pan-llevar, y codiciado hasta por algunas familias bien acomodadas de la villa.

Rosa, que no sabía lo que era contrariar un capricho, y que esperimentaba por aquel hombre un verdadero frenesí, corrió desalada en pos de su deseo, presentándose acompañada de su nuevo galan en todos los bailes de la aldea y acudiendo todos los días de mercado á la Fregeneda á donde la aguardaba su al parecer enamorado y lujoso pretendiente.
El padre de Rosa, que deseaba quedarse solo para contraer segundas nupcias con la viuda del cirujano su compañero inseparable de juego y de taberna, aprobaba con toda su alma las relaciones amorosas de su hija, ofreciéndose á darla en dote, á mas de la cuantiosa legítima de su madre, cuatro mil reales en onzas de oro peluconas.

Pero sucedió entonces lo que acontece entones en semejantes casos, y Liborio, que así se llamaba el galan, sondeando hábilmente en el corazon de la enamorada doncella, descubrió en él á la coqueta frívola é insensible que se gozaba en destrozar los corazones de los demas, y solo pensó ya en representar lo mejor que le fuese posible la farsa del “Burlador burlado”.

Queriendo dar á la envanecida Rosa una terrible leccion la mintió un amor tan noble y verdadero, que á los pocos dias ya no se hablaba en el pueblo mas que de la boda, lamentándose las comadres de que se les marchaba la novia al pueblo de su marido situado á mas de diez horas de distancia[1], y ofreciendo las madres limosnas á San Antonio y á las ánimas benditas porque se les desaparecia del pueblo la tentacion.

De repente Liborio se pasó tres dias sin dar cuenta de sí, y Rosa, que como hemos dicho antes, no conocia freno á sus inclinaciones, montó la mejor yegua del establo, dirigiéndose resueltamente á la Fregeneda, y tomando desde allí el camino para ella desconocido del pueblo de su amante sin cuidarse para nada del escándalo que su desaparicion debia forzosamente producir en la aldea.

Apenas echó pie á tierra en el lugar, Rosa oyó con espanto de boca de la posadera, que Liborio se hallaba forastero en Aldea-Dávila á donde habia ido á buscar á una gallarda jóven con la que se habia desposado la víspera, y que era conocida en todos aquellos contornos con el poético nombre de María la Blanca.

Hundida, quebrantada, deshonrada á sus propios ojos y á los de cuantos la conocian, la desventurada jóven, caso sofocada por la cólera, tomó precipitadamente la vuelta de su aldea, maldiciendo el momento en que guiada por su insensata vanidad habia ido á lucir su hermosura en los mercados de la Fregeneda.

En vano procuraba la infeliz ocultar su deshonra á los que la rodeaban; sus accesos de furor le hicieron traicion, y al dia siguiente la cirujana, rodeada de un corro de comadres, vomitaba una nube de maldiciones contra el burlador que habia dejado plantada á la muchacha mas rica del lugar, entorpeciendo con su villanía la boda con que aunque mayor de edad y peinando canas, habia ya contado como cosa hecha.

-“Porque es el caso -añadia furiosa la cirujana-, que el tio Jeromo no quiere oir hablar de iglesia hasta que la muchacha salga de casa, y con la lotería que le ha caido á la pobre chica por mucho que le relucen las espaldas, me parece á mí que tendremos moza para mucho tiempo.

Y las comadres, no por un sentimiento de verdadera compasion, sino por agravar el caso, repetian con tono plañidero:

-“¡ Pobre Rosa! ¡pobre Rosa de mayo!



[1] Por la referencia de distancia que se da, la aldea natal de Rosa podría ser Cerezal de Peñahorcada. 




[1] Zarzuela compuesta por Barbieri en 1851. Lamentablemente no nos da una fecha sobre la antigüedad de la historia; es únicamente un recurso literario de la autora.

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