Cine en las Arribes del Duero

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Mapa de La Ribera del Duero en 1641, durante la invasión portuguesa

Cascada del Remolino. ARRIBES DEL DUERO

martes, 26 de mayo de 2015

LA VENGANZA- parte IV- Un cuento de Contrabandistas de LAS ARRIBES DEL DUERO

IV
“Todos duermen, corazon,
Todos duermen y vos non”
(CANCIONERO GENERAL)

La Verde, salto de Aldeadávila en 1924. Excursión de las alumnas de la Escuela de La Zarza de Pumareda. Duente: Zarzadepumareda.es- El Baúl de fotos antiguas. 

Durante los primeros dias de la llegada de Liborio, la posicion de Rosalba era de las mas difíciles y peligrosas para una mujer de veintidos años, y una mujer que como nuestra heroína no habia conocido nunca freno á sus violentas é indomables pasiones.
Seguro estaba Liborio de que aquella mujer no era otra que la misma Rosalba, Rosalba enamorada como nunca, con sus encendidos labios, con sus negras pupilas en cuya voluptuosa languidez se revelaba todo un mundo de sentimiento.
Segura estaba tambien Rosalba de que los ojos de Liborio estaban casi siempre fijos distraidamente en los suyos y sin embargo cinco dias habian pasado ya y ni una sola palabra se habia cruzado entre los que según la prediccion de los familiares debian unirse para siempre con indisoluble lazo.
Por fin, María vió con alegría que su Liborio empezaba á cambiar algunas frases con la muchacha, y como el trato engendra cariño, y que Rosalba al decir de la vieja “era buena como el buen pan”, á los pocos dias, la güelica y los dos jóvenes hacian ya conversacion comun aunque observando siempre ambos la mas prudente y estudiada reserva.
Pero á medida que los dias pasaban, Rosalba aunque al parecer contenta y encariñada visiblemente con las niñas, se iba tornando ligeramente pálida y sus hermosos ojos estaban casi siempre fijos en las tostadas y atrevidas facciones de Liborio.
Aprovechándose de las cortas ausencias de la güelica los dos jóvenes habian espontáneamente reanudado sus relaciones amorosas, y Rosalba sencilla é inocente como todos los corazones enamorados, olvidándose por completo de las ofensas de otros dias, llegó á creer de buena fe que apenas las campanas del lugar doblasen para el cabo de año de María la Blanca, tocarían á boda para que según la prediccion de los familiares ocupase la silla que habia dejado vacante la malograda esposa.
¡ Infeliz de la hija que ve ponerse el sol á los veinte años sin que vele su casto lecho la sombra protectora de una madre ¡ Infeliz de la que no ha visto nunca contrariados sus caprichos, y que como la azucena silvestre que brota en las veredas de los campos, , abre sus pétalos á los besis del céfiro y á las caricias de la olvidadiza mariposa ¡
Liborio temiendo siempre que el entusiasmo de Rosalba concluyese por hacerle traicion dejando traslucir en la aldea su misterioso amor, no cesaba de recomendarla el secreto mas absoluto hasta que llegase la hora, pues según decia: “la güelica habia jurado de antemano un odio eterno á la que se atreviese á llamarse madre de sus inocentes y hermosas nietecitas.
-         ¡ Bah ¡ contestaba siempre Rosalba con una coquetería encantadora: ¡ Tu madre ¡ ¡ Tu madre, Liborio, que me quiere como á las niñas de sus ojos ¡
Pero Liborio balbuceaba algun otro suterfugio aun mas desprovisto de sentido que el anterior y concluia por arrugar el entrecejo, fijando en la atribulada jóven sus profundas y amenazadoras miradas.
Y Rosalba devorada por aquel amor que herbia dentro del pecho como un inmenso cráter, pasábase las noches enteras sin dormir, llorando y suspirando con gran asombro de la güelica que pugnaba en vano por arrancarla su peligroso secreto.
Aunque preocupada por la idea que subyugaba su alma, Rosalba empezó á notar que la güelica se pasaba tambien las noches sin cerrar los ojos, y que su semblante espresaba de vez en cuando una punzante y dolorosa inquietud.
“ –Abuela, dijo cariñosamente Rosalba una de las muchas noches en que la pobre mujer tosia con mas frecuencia que de costumbre, ¿qué penas son las que le quitan el sueño á vuesa merced?
-         ¡Penas! Respondió tristemente la güelica, si las penas son las que desvelan á las criaturas, muchas son, hija mia, las que te atormentan el corazon.
-         ¿A mí? Esclamó Rosalba fingiendo serenidad á favor de las tinieblas.
-         Sí, hija mia, porque hace ya mas de dos meses que te siento pasar las noches en vilo, y hasta juraria que mas de cuatro veces te oigo llorar y suspirar, que parece como que me partes el alma.
Rosalba sintió que su frente se cubria de una nube de fuego, y haciendo un esfuerzo sobre sí misma murmuró con voz entrecortada:
-         “Sueños…sueños…que!
-         Bien hija mia…bien…yo no pretendo obligarte ahora á que me reveles la pena que te desvela, que cuando tú me la callas sabiendo lo que te quiero…pero no puedo ocultarte ya por mas tiempo esta zozobra que me roe el corazon como una culebra…El enemigo malo está conmigo.
-         “¡Abuela! balbuceó Rosalba estendiendo su mano hasta encontrar la de la güelica…hable vuesa merced que parece ya como que no se me llega la ropa al cuerpo.
¡ Sí, hija mía! En medio de todos los traspieses de la mocedad, y á pesar de que la vida del contrabando apaga todos los recuerdos de la casa, Liborio habia conservado vivo el cariño  hácia la pobre güelica; pues bien, hace ya muchos días que mi hijo se ha tornado para conmigo brusco, reservado y … qué sé yo, hasta se me figura que huye de mí como si estuviese fraguando alguna trama diabólica,… el otro dia le hablaba yo de lo mucho que quieres á mis pobres nietecitas, y de la vuelta que has dado á la casa, y despues de contestarme una ó dos palabras estraidas de esas que no dicen ni sí ni no, se quedó callado por mas de un cuarto de hora, y parecia que las niñas de los ojos se le tornaban hácia adentro, como dice el señor cura de Aldea Dávila que se les tornaban á los monederos falsos … ¡ay Rosalba! Y qué bien te decía yo esta mañana cuando se rompió el espejillo de María la Blanca, que alguna desgracia nos anda rondando muy de cerca[1].
-         “Pero abuela, respondió Rosalba vivamente afectada, yo no veo que porque Liborio ande pensativo, haya de sucederle á vuestra merced ninguna desgracia”.
Y Rosalba impresionada con la idea de que la preocupacion de Liborio provenia únicamente de su amor, pasó una gran parte de la noche consolando y animando á la afligida anciana, y concluyó por dormirse tranquilamente soñando con verse ya en posesion de la codiciada silla de María la Blanca que le habian pronosticado los familiares.
A pesar de la dulce influencia que ejercian en su ánimo las cariñosas palabras de Rosalba, la güelica continuó suspirando hasta el nuevo dia, segura de que la reserva de su hijo encerraba para ella una dolorosa significacion.
Para que la alucinacion de Rosalba fuese completa, Liborio al parecer cada vez mas enamorado, salió para la Fregeneda á donde según decia iban á concertarse algunas cuadrillas, prometiéndola traerle á su vuelta un alegre y abigarrado traje de indiana portuguesa.
El galan volvió en efecto trayendo cargado el macho con un enorme fardo de indianas, cuties y muselinas inglesas de contrabando,[1] con gran alborozo de Rosalba que veia en aquellas compras los aprestos para la boda.
La güelica que leía con ojos de madre en el corazon de su hijo, no veía las indianas, ni los cutíes sino aquella mirada sombría que esquivaba la suya, y en cuyo profundo rayo creia vislumbrar la pobre anciana fatídicos pronósticos.
A la mañana siguiente muy temprano Liborio montó de nuevo en el macho llevándose con gran asombro de su madre las mejores telas y encargándoles que le aguardasen porque volveria tarde.
La güelica aunque desconcertada por aquel aspecto glacial abrazó á su hijo y se asomó á la puerta para verle partir.
Cuando el ginete y el caballo desaparecieron al traves de los olivares, la pobre mujer envió a Rosalba al campo con las niñas y comenzó á llorar silenciosamente oculta en el fondo de la cocina.
Rosalba llevaba de la mano á María que era la mayorcita, estrechando contra su pecho á la menor que amamantaba cuidadosamente con la cabra.
Segura de que Liborio se habia llevado las indianas para que le hiciesen las vistas[1], la enamorada jóven atravesaba los olivares cantando alegremente como la alhondra y sintiendo ya escrúpulos de conciencia por no haber revelado todavía su secreto á la pobre güelica que la queria como á las niñas de sus ojos.
Al volver á casa Rosalba encontró á la pobre mujer llorando amargamente y mesándose los cabellos con el mayor desconsuelo.
-         ¡Hija de mi alma! Esclamó abarcando con sus delgados brazos á Rosalba y á las dos nietecitas, ¿no te decia yo que el enemigo malo estaba conmigo? ¡Dios mío! ¡Qué será de mi!
Rosalba atemorizada no acertaba á preguntarla la causa de aquella desesperacion.
-         ¡Se casa! ¡se casa! Esclamaba la güelica sollozando, y se casa con una hiena, con una infame que matará mis nietecitas á mano airada…¡ay! ¿por qué el Señor no me habrá llevado á mí en lugar de María?
-         ¡Se casa! Repitió Rosalba estrechando convulsivamente las manos de la desconsolada madre: ¿y quién se casa?
-         ¡Mi hijo! ¡mi Liborio! respondió la güelica con voz entrecortada, y se casa con la mujer mas feroz y desalmada que se encuentra en veinte leguas á la redonda. ¡Ah! El espejillo, el espejillo de María la Blanca. ¡Pobre María!
Rosalba exhaló un ligero grito y se llevó las manos al corazon como si se sintiera herida de muerte.
Luego se pasó la mano por la frente cubierta de sudor, y reponiéndose al instante de su sorpresa, rogó cariñosamente á la güelica la refiriese todos los pormenores de aquel misterioso drama.
Entonces supo de boca de la infeliz Maria, que el señor cura se le habia presentado pocos momentos antes para notificarla que su hijo iba dentro de dos dias á casarse con una buena moza muy conocida en la Fregeneda, y que tenia órden del mismo Liborio para recomendarla que buscase donde vivir, porque la moza era mujer lo mismo para un barrido que para un fregado y que le estorbaban las moscas.
Rosalba miró á la güelica como quien ve visiones.
¡Pero no es eso solo hija de mi alma! Añadió la pobre anciana dejando caer la cabeza sobre el pecho de Rosalba, sino que el infame ha tenido valor para decir al señor cura que es preciso que yo lo ignore hasta pasado mañana, y que tiemble por su sotana, si esta noche le decimos á su vuelta una sola palabra.
Rosalba quiso hablar, pero la cólera sofocó la voz en su garganta, y estrechando convulsivamente las manos de la güelica lanzó un rugido espantoso que hizo temblar sobre sus cimientos las débiles paredes del caserío.

Picón del Tío Felipe y Salto del Gitano en 1906

* Puedes leer las partes anteriores del CUENTO: "LA VENGANZA":







[1] Nota de la autora:“Vistas”: los trajes que el novio envia á su futura la víspera de la boda”.



[1] “Muselina”:tela de algodón, seda, lana, étc.fina y poco tupida. Diccionario RAE.
“Cutí”: tela de lienzo rayado o con otros dibujos que se usa comúnmente para cubiertas de colchones. Idem, RAE.
“Indiana”: tela de lino o algodón, o mezcla de uno y otro, pintada por un solo lado. RAE.



[1] La anciana “María la güelica” muestra aquí una profunda superstición, muy acendrada en aquellos años de la primera mitad del s.XIX.

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