Cine en las Arribes del Duero

Cine en las Arribes del Duero
Doctor Zhivago, La Cabina, Del Pirineo al Duero...

Mapa de La Ribera del Duero en 1641, durante la invasión portuguesa

Cascada del Remolino. ARRIBES DEL DUERO

sábado, 2 de octubre de 2010

El Romancero salmantino en Villavieja de Yeltes y Villarmuerto

Menéndez pidal en 1902, con su cámara de fotos

Artículo tomado del "ROMANCERO HISPÁNICO" La Cuesta del Zarzal, sin duda alguna la mejor publicación gratuita y libre para los amantes de la cultura, y el Romancero. Recomiendo a todas visitar estas páginas.


3. LOS PRIMEROS PASOS EN LA COMPILACIÓN DE UN ROMANCERO ORAL PAN-HISPÁNICO. II. CREACIÓN Y ORÍGENES DEL ARCHIVO MENÉNDEZ PIDAL DEL ROMANCERO

El descubrimiento de que Castilla, al igual que Portugal, Asturias, Cataluña o las comunida­des judeo-españolas de Oriente, conservaba plenamente viva la tradición oral multisecular del Romancero, llevó a Ramón Menéndez Pidal y a María Goyri a realizar, en los años inmediatos, nuevas "encuestas"; y, vistos los resultados que sus primeras indagaciones les iban proporcio­nando, Ramón Menéndez Pidal tuvo muy pronto la tentación de dar forma a un Romancero propio, aunque de momento no quisiera interferir públicamente en un campo en que el maes­tro Menéndez Pelayo podía creer haber dicho la última palabra.

La tentación fue, en efecto, muy temprana. Cuando el hispanista Foulché-Delbosc, editor de la prestigiosa Revue hispanique, propuso a Menéndez Pidal, publicar conjuntamente, en la "Bibliotheca hispánica", un Romancero41, escribiéndole el 25 de Junio de 1901 en los siguientes términos:

"Tendría V. inconveniente en publicar conmigo una edición de romances viejos? Si V. me dice que admite mi proposición, me comprometo en utilizar cuanto pueden tener la biblio­teca de París, Londres, y —si posible— Viena; V. tendría que arreglarse con las de Madrid y la del marqués de Jerez en Sevilla, así como con las demás de España en que se pueda encon­trar algo relativo a los romances (...)",



su corresponsal reaccionó negativamente, pues ya tenía muy claro el propósito de incorporar al romancero viejo tradicional el romancero tradicional moderno:



"Siento perder colaboración tan preciosa del que ha probado ser el que mejor entiende lo que es la publicación de textos. Pero me parece muy difícil repartir el trabajo en cuanto a los textos, e imposible en cuanto a las notas. Además, la colaboración destruiría mi plan, que es comprender también los tradicionales de hoy, de que ya tengo buena colección de inéditos42",



Aquel su "plan" formaba parte de un proyecto de trabajos que Ramón Menéndez Pidal creía poder concluir en los 25 próximos años de su vida y que, con todo detalle, anotó en una hoja bajo el título "Planes 10 Julio 1901"43. Según ese proyecto el "Romancero general" ocupaba, el tercer lugar y la "Fecha de acabar" que le correspondía era "Diciembre de] 1904".

Sin embargo, Ramón Menéndez Pidal decidió no cerrar del todo la puerta a la colaboración. Algunos meses después, el 31 de Octubre, trataba de explicar por escrito a Foulché-Delbosc to­das las cuestiones que, inicialmente, había querido reservar para una conversación cara a cara con él en Madrid44.



Menéndez Pidal no veía inconveniente en el hecho de que su maestro estuviera imprimien­do un romancero:



"Estando todavía en publicación el Romancero de Menéndez Pelayo acaso no le pareciera bien que yo preparara otro; pero a esto no doy importancia, pues creo que tampoco se la da­ría él. Cualquiera es dueño de renovar los asuntos que otro ha tratado, aun antes de los dos o tres años que tardaría el nuevo Romancero";



no obstante, tenía claro que, tras la reciente reseña negativa de Foulché-Delbosc a la edición de La Celestina de don Marcelino, él no podía entrar en un proyecto conjunto con el crítico de su maestro:



"Pero que yo colaborase con V. de seguro enemistaba conmigo a mi maestro, a quien tan­to debo; y este reparo no le chocará a V., ni lo tomará por escrúpulo monjil",



a menos de que Foulché-Delbosc moderara sus críticas a Menéndez Pelayo y, sin necesidad de "alabar lo que no sea loable", reseñara en la Revue hispanique los últimos volúmenes de la Anto­logía de poetas líricos castellanos dedicados al Romancero alabando lo en ellos loable:



"Si se dijese del Romancero de la Antología que el texto no valía nada, pero que ofrece gran­des y notables novedades como son la Tercera parte de la Silva, varios pliegos sueltos y la reu­nión en un cuerpo de los romances recogidos de la tradición oral, no se diría ninguna men­tira".



Superado ese grave escollo, Menéndez Pidal, con ciertas condiciones respecto a la forma de con­cebir la obra, se mostraba dispuesto a seguir adelante:



"Si V. se decide por que hagamos juntos el Romancero, renunciaré gustoso a mi plan";



y, para que Foulché-Delbosc entendiera mejor esa renuncia, le explicaba ese "su plan" previo de "Romancero tradicional". Gracias a ello lo conocemos tal como lo tenía pensado en 1901:



"El Romancero que yo preparo45 hace tiempo tiene dos partes: una de romances tradicio­nales recogidos en el siglo XVI; otra de los tradicionales recogidos en nuestros días46, para ofrecer así dos sondajes de la tradición con tres siglos de intervalo. Tengo ya recogidos direc­tamente por mí bastantes romances inéditos de Asturias, Soria y algunos procedentes de otras provincias (primero escribió: Andalucía); y creo que algunas otras47 exploraciones que proyec­to podrán ofrecer un conjunto nuevo en la materia. Si nos asociamos, tendré que omitir esta segunda parte, pues es imposible la colaboración en ella".



A este tiempo remonta, indudablemente, un apunte en que se concreta el "Plan del Roman­cero":



"I. Romances recogidos antiguamente, seguido cada uno48 de notas de fuentes, lo más bre­ve, sin copia de las crónicas más que estractos de la narración y palabras que se reflejen en los romances. Referencia a los romances de hoy que conservan todo o parte del Romance. Citas del mismo que prueban su difusión.

Apéndice. Música recogida antiguamente, calcada o mejor fotografiada directamente de Palacio y libros de vihuela, y si acaso, por nota, transcripción moderna.

II. Romances recogidos modernamente, reunidos por asuntos, sin atender a las regiones, incluyendo Portugal, Brasil, Cataluña y Galicia (Quizá los totalmente hijos de los antiguos fueran mejor con los viejos? No. Así se representan mejor, separados, [como] el resultado de dos sondeos de la tradición, el del siglo XVI y el del XIX-XX).

Música anotada modernamente".



Complementarios de este "Plan" (aunque no escritos correlativamente) son dos diferentes apun­tes en que se proponen recursos tipográficos para subrayar las clasificaciones49.

Aunque Foulché-Delbosc propuso que Menéndez Pidal complementara la edición conjunta del Romancero viejo mediante otro tomo, de su exclusiva autoría, con los romances tradiciona­les y con el estudio literario, al parecer, Menéndez Pidal optó por reducir la obra en colabora­ción a la preparación de un volumen titulado Romances populares o popularizados en el siglo XVI, que exigía depurar la Primavera y flor de romances de Ferdinand Wolf de cuantos romances no respondieran a ese título. El 25 de Noviembre de 1901 así se lo explicó a Foulché-Delbosc50:



"Creo que hay que excluir muchos romances de la Primavera. Wolf admitió muchos para completar los ciclos, cosa que no nos interesa a nosotros nada. Así, de primera intención, creo deben excluirse los de la adjunta lista"51



y, como comentario a la lista, añadía:



"Creo debemos incluir en el romancero estas clases: 1°. R[omances] tradicionales del s. XVI.- 2°. Romances semiartísticos basados en otro tradicional.- 3°. R[omances] semiartísticos semi-populares. 4°- Juglarescos. Exclúyense los de Wolf semiartísticos sin tono popular ni elementos tradicionales y los eruditos y trovadorescos, para poder titular el romancero Ro­mances populares o popularizados en el siglo XVI".



En cuanto al establecimiento de los textos, Menéndez Pidal proponía a Foulché-Delbosc el siguiente plan:



"De Cracovia, me ofrece una copia fiel de los romances viejos de allí el Sr. Porebowicz; hace tiempo ya que me ha hecho su promesa y espero la cumplirá. De Viena, creo no necesitamos más que restituir a la ortografía vieja los romances que vio Wolf (Primavera I, p. V) y espero que me haga esta tarea un joven doctor, Sr. Klob, que me ayudó ya en otra cosilla; no sé si será excesivo el trabajo; ahora no me he formado idea de él.

Para los pliegos sueltos de Praga publicados por Wolf, no sé cómo nos arreglemos. De Mu­nich no nos interesa el Cancionero de Romances de 1550, pues también existe en el Museo Bri­tánico; sólo, sí, el Cancionero de Constantino- (Primavera-1, p. LXXXVI y p. LVll) en lo poco que tiene, y se me ocurría pedirlo por intercesión de nuestra infanta Eulalia (que creo reside allí, no estoy muy enterado); pero si hay medio menos encumbrado siempre será mejor.

Su amigo de Vd. de Copenhage es pintiparado. El Dr. E. Gigas ha dado noticia: «Ueber eine Sammlung span. Rom. in fliegenden Blättern in der Königl. Bibl. zu Kopenhagen» en el Centralblatt für Bibliothekswesen, Yol. II, p. 157; no tengo este artículo y se me ocurre que lo mejor será lo vea V. ahí (que estará en la B[ibliotheque] Na[tionale]) para abordar desde lue­go a su amigo de V. Si V. hallara un ejemplar de el número citado, sería mejor tenerlo a nues­tra disposición"52.



Pese a tantos planes, el proyecto de edición conjunta fracasó. Un par de años después, Ra­món Menéndez Pidal continuaba su camino solo, según nos deja ver una carta suya del 8 de Mayo de 1903 a Alfred Morel-Fatio53:



"El Romancero de Menéndez Pelayo me renovó la idea de recoger romances (...) y espero reunir versiones en gran cantidad para, cuando la obra de Menéndez Pelayo haya hecho su camino, planear un nuevo Romancero".









A fin de ir preparando ese "nuevo Romancero", el matrimonio Menéndez Pidal/Goyri, ya en 1901, había comenzado a elaborar listas geográficas de las versiones que iba reuniendo. Gra­cias a estas descripciones iniciales, en que María Goyri anotaba cuidadosamente los dos prime­ros octosílabos de cada versión y su procedencia54, podemos reconstruir lo que habían logrado incorporar a su Archivo hasta esa fecha.

De "Soria" y "Burgos"55 tenían 8 versiones: de ellas, las 6 adscritas a "Aranda"56 son las dichas por la lavandera natural de La Sequera; las otras dos se sitúan en "Osma" y en "Villarejo sobre Huerta", pueblos sorianos; la de "Osma" figuraba entre las que comunicaron a Menéndez Pela­yo57. El inventario que describe los "Romances de Madrid" incluye 17 versiones: una de "Valdetorres"58, cinco de "Alcovendas"59 y once de "Madrid"60; y el de "Romances de Guadalajara" cuatro versiones, todas ellas de "Cardoso-Somosierra"61. Entre los pocos "Romances andaluces" anotados, tres de ellos, procedentes de Málaga, dichos en 1901 por una niña de 10 años, sin duda lo fueron en Madrid, capital o provincia62. En Asturias63, "además de los de Juan"64 que Ramón y María no describían en su lista, habían coleccionado once versiones de Linares y So­lieres (Ribadesella), de Loroñe (Colunga), de San Juan de Amandi (Villaviciosa), de Pajares (Lena) y de Santa Eulalia (Allande)65. Las de esta última localidad, puesto que las dijo la "cria­da" Concha, debieron de ser recogidas en Madrid; quizá ocurra algo similar con otras de las ver­siones66. Los romances que en 1901 poseían de León habían sido recogidos en el mes de enero de boca de una criada recién llegada de Almanza a Madrid para servir en casa de Luis Menéndez Pidal; eran un total de 10 romances y unas coplas; otra versión leonesa les proporcionó asi­mismo otra criada venida a Madrid en ese mismo año67.



Hasta aquí llegaban sus hallazgos personales en 1901. Pero ya por entonces Ramón Menéndez Pidal había conseguido la colaboración de varios eficaces corresponsales. El más activo de ellos fue Luis Maldonado, Catedrático de la Universidad de Salamanca. El 23 de noviem­bre de 1901 le remitía ya "cuatro" (en realidad cinco) romances "que ha tomado al oído en Piedrahita (Ávila) y Muñovela de Valmuza mi amigo el Sr. Martín Robles, un joven muy aficio­nado a los estudios filológicos a quien V. doctoró con nota de sobresaliente hace poco tiempo", junto con "otro romance que he copiado yo mismo". Al comienzo de esa carta Maldonado ha­cía notar: "No he escrito a V. antes porque esperaba a enviar a V. los primeros romances to­mados de viva voz como V. desea". Gracias a Maldonado las hojas de "Romances recogidos en Ávila y Salamanca" son las más copiosas. Incluyen versiones salmantinas, que en las listas se si­túan en "Florida de Liébana a dos leguas de Salamanca" (vulgo, Muelas): 1 versión, "Vitigudino"68: 4 versiones, "Encinasola": 1 versión, "Alba de Termes"69: 3 versiones, "Béjar"70: 2 ver­siones, "Robliza"71: 1 versión, "Villoria": 1 versión72, y "Muñovela": 1 versión. Y, también, otras abulenses, adscritas a "Piedrahita": 4 versiones73. A esta lista de versiones hay que sumar otras once que, por su carácter (de "arrieros y ladrones", "modernos", "de pueblos", "religio­sos") quedaron inicialmente "sin clasificar" y que Ramón anotó, apresuradamente74, al final del inventario75. En la recogida de estas versiones proporcionadas a Menéndez Pidal por Maldonado contribuyeron personas varias: Mariano Domínguez Berrueta76, el médico Dionisio Gar­cía77, Pedro Antonio Martín Robles78 y Carlos Sánchez de Terrones79.

En la carta del 23 de noviembre de 1901 sugería Maldonado a Menéndez Pidal:



"Unamuno tiene mucho de todo esto, pues todos le hemos ayudado mucho en sus investi­gaciones (...). Si V. le recuerda a Unamuno su ofrecimiento, creo que le enviará a V. todo lo que tiene y si no lo ha hecho ya será porque lo haya olvidado con los muchos asuntos que tiene".



Pero, algún tiempo después, en otra de enero de 1902, Maldonado reconocería:



"Se me olvidaba decir a V. que los otros romances que tiene Unamuno son los tres que en­vié a V. de M. Robles (la misma transcripción). Lo demás son cantares. Él ha ganado en el cambio la que le hemos dado. Lo que tiene que enviar a V. es el vocabulario".



La aportación de Unamuno a la colección de romances sería, en efecto, mínima; pero no por ello deja de ser valiosa80.

Gracias a Rafael Parias y Velasco, la colección se enriqueció con las primeras versiones de "Segovia", tres versiones de "Nava de la Asunción", y de "Valladolid", dos versiones de "Tudela de Duero"81, y con otra andaluza de Almería, del lugar de Gádor, muy interesante82.

En fin, aunque de Portugal le llegaron tres versiones de Tras os Montes, eran procedentes de una publicación, no inéditas83.

Vistas desde una perspectiva actual, esas 88 versiones reunidas entre 1900 y 1901, de que tan orgulloso se mostraba Ramón Menéndez Pidal, no nos parecen gran cosa, ni en su número, ni en cuanto a los romances en ellas conservados, ya que los temas de indudable interés para la his­toria del Romancero tradicional se limitan a dos: la Muerte del príncipe don Juán y El cautivo del renegado84. Pero, dado lo hasta entonces conocido de la tradición en lengua castellana, acercar­se al centenar de textos en poco más de un año de actividad parecía algo notable.

En los años inmediatos, 1902-1904, Ramón Menéndez Pidal y María Goyri continuaron la afanosa búsqueda de nuevas versiones de la tradición oral.

Ramón, juntamente con su hermano Luis, recogió en 1902 los primeros romances gallegos de la colección85 de María Manuela García, de Armesto (Lugo), quien, según anotó Menéndez Pidal con referencia a ellos, "recitaba los romances castellanizándolos la 1a vez; la 2a, más de co­rrido, los hacía más gallegos. Prefiero esta segunda forma". Eran un total de nueve textos los que María Manuela recordaba. Es posible que la recitadora fuera una criada de Luis Menéndez Pi­dal y que los hermanos nunca estuvieran en Armesto86. También debieron de ser recogidas en Madrid las siete versiones de Valencia de don Juan (León) que se incorporaron al Archivo en 190287, y sospecho que tienen también un origen similar la mayor parte de las versiones astu­rianas recogidas en 190288: cinco versiones de Pajares, otras cinco de Mieres y dos y un fragmentó de Santa Eulalia de Óseos. En ese mismo año Rosario Menéndez Pidal, anotó, al menos, siete versiones en el concejo de Ribadesella89.







Pero cuando con más ahínco buscaron romances Ramón y María fue durante los veranos que pasaban en la Cartuja de El Paular en el Valle del Lozoya90. En ocasiones, intentaron ampliar geográficamente el área de su recolección, visitando lugares alejados del Valle del Lozoya; pero, en sus primeros intentos, cayeron en el error de aceptar el apoyo de las "fuerzas vivas" de los pue­blos visitados, quienes traían a su presencia a los mejores conocedores de las "antiguallas" regio­nales, cuyo saber nada aprovechable contenía respecto al romancero de tradición oral; tal les ocurrió en su visita a Atienza y Sigüenza (Guadalajara), según recordará Menéndez Pidal mu­chos años después91. Sólo zafándose de la presencia y tutela de las gentes con autoridad, calleje­ando por los pueblos, lograron volver a topar con "la esquiva, la reacia musa de la tradición". Su forma de conseguir que los vecinos, que les salían curiosos al paso, acabaran por recitarles o can­tarles romances, consistió en enrutarles hacia el objetivo de sus pesquisas mediante la recitación por su parte de algunos comienzos de romances que se sabían de memoria92. Aquel sería, en ade­lante, su método para conseguir romper el hermetismo de la tradición oral.

De la actividad recolectora en los pueblos cercanos a El Paular nos ha conservado noticia muy expresiva Jean Ducamin, el editor, hacía poco, del manuscrito S del Libro de buen amor, en la muy florida "Dédicace" a Menéndez Pidal de su edición de Pierre Alphonse, Disciplines de clergie et de moralités” 93. En ella recuerda cómo, antes de dedicarse en 1904 a sus tareas de filólogo hispanista, pasó una parte de sus vacaciones en "ce frais, touffu et riant vallon" del Paular, "égaré au milieu des arides paysages, dénudés et graves de la Castille". Vale la pena traducir algunos de sus recuerdos:



"Hacia el 20 de agosto de 1904, después de haber hecho en diligencia, durante toda una noche y la mitad de un día, uno de esos viajes, tan largos, en cuanto placenteros, y tan cor­tos, al ser accidentados y pintorescos, como ya no pueden hacerse sino en España, arribé fe­liz a Rascafría. Usted me esperaba armado, a la expectativa de una caza de romances, con un fonógrafo, que le servía para dos fines: a veces, para recoger la tonada, cuando valía la pena; más a menudo, para engatusar a los posesores de la preciosa tradición, regalando con cual­quier aire de música y de baile a aquellas gentes tan aficionadas a ella y a él.

Se acordará usted de aquella joven aldeana que escuchaba una de las jotas de su fonógrafo y que, rodeada de un corro de personas extrañas, hombres y mujeres, que le intimidaban un poco, no pudo por menos de exclamar «pero, chicos, ¡esto se baila!», alegremente sorprendida de que un instrumento tan notable de un señor tan sabio de Madrid se dignase participar en sus gustos, y, a la vez, profundamente asombrada de que, si aquello era para bailar, nadie se pusiera allí a hacerlo (...). Usted me llevó a la caza de sus queridos romances y también a re­correr aquella sierra, de la cual era usted el amante apasionado, hasta el Reventón, hasta la alta cumbre de Peñalara y hasta el puerto de Lozoya, por donde hace algunos siglos iba de Hita a Segovia el, quizá muy edificante, pero a menudo muy escandaloso, arcipreste Juan Ruiz (...). A la vuelta de estas excursiones, yo, siempre cansado y vago, a pesar de los generosos caldos al jerez de doña María, me retiraba a dormir unas interminables siestas, mientras ustedes, los infatigables, se ponían a inventariar el botín de la jornada o de la víspera (...)"94.



En esos años primeros del s. XX "los infatigables" fueron pacientemente agotando los reper­torios (por cierto, no muy ricos95) de los diferentes vecinos del Valle del Lozoya, naturales de El Paular y Rascafría96, de Alameda97 y de Pinilla98. Sin necesidad de salir de él, obtuvieron tam­bién versiones de otros pueblos de la provincia de Madrid. La niña Inocencia, en El Paular, era de Valdetorres; "Penacho", el que les acompañaba, corriendo tras las caballerías, cuando venían de Madrid a través del Puerto de la Morcuera99, mientras sábanas, mantas y útiles de menaje necesarlos para el verano viajaban en carreta de bueyes durante varios días desde Madrid a la Car­tuja contorneando la sierra para coger valle arriba el río Lozoya, era de San Agustín de Alcobendas; también eran de allí naturales Agapito y la señora Agustina, y de Buitrago procedía Te­resa; otros informantes testimoniaban la tradición de Colmenar de Oreja, de El Escorial, de la propia villa de Madrid.

El Valle de Lozoya había también atraído a sí a gentes de las provincias comarcanas: ya he­mos visto que otro de los que dijeron romances al matrimonio Menéndez Pidal procedía de Cardoso (Guadalajara)100 y eran más numerosos los venidos de Castilla la Vieja, del otro lado de la Sierra. De la provincia de Segovia procedían Josefa Nogales y Casimira Gómez,naturales de Aldealuenga de Pedraza; María Cristóbal García (28 a., 33 a.) y María Alvaro, de Matabuena; An­selma Sancho y Eusebia Agraos (48 a.), de Aguilafuente; Basilio Bartolomé (34 a.), pastor, y Beatriz Bartolomé (34 a.), de Arcenes101. Había también una mujer, Beatriz Pardo (de 44 a.), natural de Villacid de Campos (Valladolid), que resultó ser una buena transmisora de tradición romancística, ya que les dijo en 1904 trece romances102.

Más extraña es la presencia en el Valle de dos levantinas: Plácida Gil, "la Alicantina", natural de Elda103 y María "la Cestera de Rascafría", natural de Las Useras (Castellón)104. Plácida dijo al­gún romance (que Menéndez Pidal anotó recogiendo al mismo tiempo las variantes de su hija Teresa Ortiz105), y "la Cestera" proporcionó a la colección las primeras y por muchos años úni­cas ocho versiones de romances de esa provincia del reino de Valencia106.

En aquellos primeros años, Menéndez Pidal contaba con Felipe Pedrell para la música del ro­mancero. Desde 1898, le venía instruyendo acerca de la música antigua; ahora, en 1900-1902, era su transcriptor de las melodías recogidas en el fonógrafo. En reciprocidad, Menéndez Pidal proporcionó a Pedrell canciones líricas que éste incluiría, años después, en el tomo I de su Can­cionero musical popular español, Valls, 1919107

Ducamin, en vena lírica, sigue relatando108 cómo, al final del verano de 1904



"Una mañana temprano, cuando por todas partes la hierba se motea de espantapastores, graciosos precursores del otoño, partimos a pie (...) y después de llegar más altos que los cam­brones, a la cima del Puerto que era de la Fuenfría y es hoy del Reventón (salvo error en el pri­mer hemistiquio), a fuerza de descender y descender de canchal en canchal, llegamos a La Granja. Allí hicimos un buen almuerzo en la Fonda de Embajadores, si no me engaño, y después nos separamos. Usted vuelve a tomar el camino de la Sierra y yo le contemplo zigzague­ar hacia las cumbres mientras me alcanza la vista y, cuando finalmente desaparece, me inva­de una gran melancolía (...) una hora más pasada con usted (...) habría valido más que la mejor de las ediciones de todas las clerecías del mundo (...)"109.



Pocos días después, era Ramón quien dejaba la Sierra y a sus recitadores de romances para ir a Burgos, debido a una circunstancia que Ducamin se complace en referir, asociándola al fonó­grafo y a recuerdos del romancero de índole estrictamente familiar110. Ramón aprovechó esa ida a Burgos para obtener romances de varias jóvenes y mujeres a las que tuvo ocasión de entrevis­tar111. En las calles de la ciudad112 logró reunir, el 24 de Setiembre de 1904, treinta y tres ver­siones, algunas representativas de la tradición urbana113, otras de la de pueblos comarcanos, tan­to burgaleses 114, como sorianos115.

Posiblemente allí en Burgos, entró en relación con Francisco Olmeda, que acababa de publi­car su obra Folklore de Castilla: Cancionero popular de Burgos (Sevilla, 1903). En esa publicación no se concedía especial atención a los romances116; sin embargo, Olmeda dio a Menéndez Pidal una docena de textos, bien localizados, "además de los impresos en su Folklore de Burgos", que, en copias de mano de María Goyri, incorporó a su colección117.

Aparte de aprovechar ocasiones excepcionales, como una excursión a Burgondo, en Avila, el 5 de Mayo de 1904,118 para recoger romances en otras provincias, la ampliación del ámbi­to geográfico de la colección del matrimonio Menéndez Pidal / Goyri dependía de eventua­les "colaboradores". Su amigo Parias les remitió un par de romances desde Valladolid, entre ellos una versión de la Muerte del príncipe don Juan que le costaría varios intentos el comple­tar119. Unamuno, después de una excursión a Almoharín (Cáceres) unos romances religiosos cantados en la celebración de "las tablas", que incluían curiosamente como uno más el de La bella en misa.

También siguió siendo efectiva la colaboración de Luis Maldonado, quien debió ponerle en relación directa con el presbítero Dámaso Ledesma Hernández120. El 11 de Febrero de 1904 ya Ledesma enviaba a Menéndez Pidal "cuatro cantos de la provincia de Salamanca" y le ofreció versiones del Conde Niño y de Los mozos de Monleón.

Menéndez Pidal, interesado en las huellas dejadas en la Extremadura leonesa por el leonés medieval que allí se habló y, en general, por las peculiaridades de las hablas extremeñas moder­nas, estableció relación epistolar con diversos eruditos de la región. Ello le facilitó simultánea­mente el encuentro de "corresponsales" que buscaran romances para su colección. Comparada con la sostenida con eruditos de otras partes, la correspondencia extremeña de Menéndez Pidal fue, indudablemente, la más productiva para el conocimiento del Romancero español121.

El primer éxito fue entrar en relación con Rafael García-Plata, en Alcuéscar (Cáceres), quien el 6 de marzo de 1902 confesaba a Menéndez Pidal:



"Tengo algunos romances, pero revueltos con muchos papeles (...) por esta razón sólo le remito el anticlerical 122 que usted desea saber";



pero quien, ya en 1903, en carta a Eduardo H. Pacheco (publicada en el número de junio de la Revista de Extremadura], podía afirmar satisfecho:



"Ya verás en su día una buena colección de romances (quizás un centenar) que estudiará competentemente el sabio filólogo y académico de la Lengua D. Ramón Menéndez Pidal";



y, en efecto, fue transmitiéndole, entre 1902 y 1904, envío tras envío, una colección del lugar de Alcuéscar muy completa, de unas sesenta y seis versiones, junto con otras once de Albalá y dos de Miajadas (obtenidas estas últimas con la ayuda de Mario Roso de Luna)123.

En cuanto a los ambientes en que el Romancero pervivía, García-Plata informó a Menéndez Pidal precisándole:



"1° Con relación a Alcuéscar, los pastores son los que mejor saben los romances. Algunas viejas también saben algunos, y suelen recitarlos en los hilanderos, pero estas son sólo una ex­cepción.

2°. Los pastores suelen cantarlos, cuando se reúnen a festejar cualquier suceso próspero, ya sea la buena suerte de un zagal que sacó buen número en el sorteo de quintos, o en días como el Corpus, Nochebuena, etc. Alguna vieja también suele cantar alguno, mientras duerme a los niños; pero esto es más raro. En el corro de la niñas también se cantan, pero los que emple­an generalmente son aquellas rimas de diferente variedad de metro y asonancia y que contie­nen algún periodo para cuya representación necesiten adoptar diferentes posiciones de cuer­po (sentarse en el suelo, arrodillarse, etc.).

3°. El instrumento favorito de los pastores es el rabel, que ellos mismos fabrican de made­ra de olivo. En Alcuéscar, el pandero es ya muy raro y con la zambomba lo que más se canta son las coplas de Nochebuena y alguna rimilla retozona alusiva a cualquier suceso chistoso contemporáneo. El pandero y los hierrillos cuando más los usan es en las serenatas".



Gracias a García-Plata, Menéndez Pidal pudo fácilmente pasar por alto las "autorizadas"124 palabras de un escritor regionalista aparentemente muy compenetrado con los ambientes rura­les como era José María Gabriel y Galán, quien, desde Guijo de Granadilla, le aseguraba el 27 de febrero de 1903:



"Romances como los que V. me pide se están perdiendo tan aprisa, que pronto se acaba­rán ¡Y qué lástima! Vagas referencias hay de muchos que debieron ser lindísimos y de otros muy curiosos e interesantes (...). Ya no hay eso; no aprendimos".125



Basándose en su experiencia previa de recolector, Menéndez Pidal, para evitar respuestas como las de Gabriel y Galán, redactó un manualillo de instrucciones para colectores en que se incluían principios de romances con los que abordar a posibles portadores de tradición y que distribuyó entre gente ilustrada extremeña cuyos nombres le facilitó Juan Sanguino, a los cuales hizo también llegar un cuestionario dialectológico. La distribución directa de los cuestionarios lingüísticos y de las instrucciones para colectores de romances tuvo muy buenos resultados. Uno de los recipiendarios fue Nicolás Izquierdo, profesor de Instituto en Plasencia, que llegaría a recoger algún romance126. Mayor importancia tuvo el que diera lugar al hallazgo de una mujer de extraordinario ingenio natural y creatividad (por más que se supiera "poco instruida en escritu­ra, si en nada"): Gregoria Canelo, casada con el farmacéutico de Malpartida de Plasencia. Doña Gregoria era hablante del dialecto "chinato" propio de Malpartida127 y además resultó ser una notable colectora e informante del Romancero local. Como ella misma explicaría a Menéndez Pidal, las versiones que le fue remitiendo



"todas ellas las aprendí yo con canción o tonillo cuando tenía catorce o quince años, y oy tengo ya cuarenta y tres; me pondría a cantarlas si tubiera buen umor. Hija de labradores, y como fuera que en este pueblo se tenía la costumbre, fuera la posición cual fuere, salir los jóbenes a las sazones del campo, como es sembrar garbanzos, cabarlos, espigar, asestir a los se­gadores y cosecheros, en los ratos de siesta, merendilla o bolas se recordaban las canciones de otros tiempos (...)" (Malpartida de Plasencia, 19 de abril de 1903)128.



También fomentó, indirectamente, Menéndez Pidal la publicación de algunas pequeñas co­lecciones reunidas por eruditos locales. En agosto de 1903 Daniel Berjano dio a conocer en la Revista de Extremadura, una colección de "Romances populares de la Sierra de Gata"129, que Me­néndez Pidal tomó como punto de apoyo, junto con otras publicaciones sueltas de romances por García-Plata, para hacer en ese órgano regional un llamamiento, con instrucciones para quienes se decidieran a cooperar en la tarea recolectora130. Pero el llamamiento impreso no tuvo la repercusión de los contactos epistolares. Sólo parece haber tenido eco en Leoncio Bejarano, quien le remitió un par de versiones de Belvís de Monroy (1903) y, seguidamente, dio a cono­cer otras de su pequeña colección en la propia Revista de Extremadura131.

Vistos en conjunto los resultados de su labor de incentivar la recolección de romances, no es de extrañar que, ya a comienzos de 1904, Menéndez Pidal, al intentar ampliar a comarcas extra-peninsulares sus pesquisas, pusiera a Extremadura como ejemplo de lo que podía ha­cerse:



"Ejemplo patente de ello es Extremadura, que si hasta ahora no había contribuido al ro­mancero general, está actualmente recogiendo un caudal riquísimo, que superará seguramen­te al ofrecido por Asturias; todo ello gracias a la cariñosa diligencia de unos pocos beneméri­tos amantes de aquella tierra" 132 .



Diego Catalán: "El archivo del Romancero, patrimonio de la humanidad. Historia documentada de un siglo de historia" (2001)

Miguel de Unamuno en ALMOHARÍN, Cáceres: "CON UN TAMBOR DESTEMPLADO"


NOTAS:

41 La importancia de la correspondencia con Foul­ché-Delbosc para conocer los orígenes del proyecto de Ramón Menéndez Pidal ha sido por primera vez puesta de manifiesto por J. A. Cid, "El Romancero tradicional en Asturias" (1991), pp. 17-23; páginas incorporadas después al artículo "La tradición mo­derna y la edición del Romancero hispánico. Encues­tas promovidas por Ramón Menéndez Pidal en Astu­rias (1911-1920)", RDyTP,XLVII (1992), 127-154. En esas páginas pueden leerse las cartas de Foulché-Delbosc y los borradores de las respuestas de Menén­dez Pidal.



42 Se trata de las notas que Menéndez Pidal escri­bió en el dorso de la carta de Foulché-Delbosc como borrador de una proyectada respuesta.



43 Estos "Planes 10 Julio 1901", enumeran las obras en columna precedidas de su respectiva "Fecha de acabar". Los libros proyectados se escalonan de la siguiente forma ("Dic. 1901: Gramática del P[oema del] C[id]. I Dic. 1902: Crestomatía. I Dic. 1904: Ro­mancero g[ene]ral. I Dic. 1906: Leyenda del Cid. I Dic. 1907: Bibliografía de Crónicas. I Dic. 1910: El castellano en América. I Dic. 1912: Historia del idio­ma Español. I Dic. 1914: Gramática histórica del Español. I Dic. 1919: Historia de la literatura antigua. I Dic. 1925: Edición de las Crónicas generales’. En otra columna añadía algunas otras ocupaciones: "Poema de José; Prólogo de Crónicas de Rivad[eneira]" en 1901; "Viaje a Salamanca; Viaje a Sevilla y Toledo; París?", en 1902; "Abad donjuán; Charro; Lena; Li­nares (Rivad[esella])", en 1904; "Fuentes Lucanor", en 1907.



44 El 7-X-1901 Foulché-Delbosc le había escrito a Menéndez Pidal explicándole por qué no había podi­do ir de Barcelona "a la villa y corte" a hablar con él de su Romancero.



45 Inicialmente había escrito: "que yo había pensa­do".



46 Inicialmente había escrito: "modernamente en el XIX".



47 Inicialmente había escrito: "dos o tres excursio­nes".



48 "Habría que publicar como texto principal el más viejo publicado, y si éste es inferior, otro poste­rior. Como secundarios, en letra chica, las variantes posteriores que no puedan ir por nota, tendiendo a publicar íntegras las que difieran bastante, y a dos co­lumnas para compararlas".



49 "Dos principales épocas de romances tradicionales: 1a romances viejos ó literarios (ó cultivados por poetas de profesión?) que deben imprimirse en tipo inglés or­dinario./ 2a romances modernos (no nuevos) ó incul­tos (o rústicos? no). Abandonada su conservación a mugeres, niños, pastores, etc.), que deben imprimirse en tipo inglés chupado para que así en las notas como prosa quepa más, y se distingan bien las advertencias y complementos a los textos o versos incompletos que irá de elzevir.- En los romances portugueses o catala­nes debe imprimirse en chupado normal la lengua que abunde más el portugués y el catalán y con cursi-va los castellanismos, pero en los muy castellanizados al revés, la cursiva para las voces catalanas. / En elze-viriano deben ir las notas, introducción, etc., y los ro­mances juglarescos, eruditos o artísticos que se aduz­can como fuentes de los tradicionales" (en papel, al parecer, más antiguo). ’’Tipo grande inglés = el texto nuestro. Con tipo chico inglés de notas. / Tipo gran­de elzevir = versiones recogidas antes de 1680. Inclu­yendo la recolección de Juan de Ribera a comienzos del XVII (Gallardo, IV.9 y los del teatro). / Tipo chi­co elzevir = versiones de los siglos XVIII a XX. Con tipo ultrachico de notas. / Impreso en forma de verso las versiones típicas, buenas, sean antiguas (tipo gran­de), sean modernas (tipo chico). / Impreso en forma de prosa¿& versiones malas, las incompletas, secunda­rías, a continuación de las típicas con que se asocie. / Las alusiones se ajustan a la misma clasificación cro­nológica tan sólo en la cita textual del verso. Así que puede un romance ir en tipo chico elzevir, por ejem­plo Dónde habéis estado el Cide y precederle una alu­sión en tipo inglés grande con cita del verso en elzevir grande. / Los romances juglarescos que se publican como documento, como fuentes, no como texto de romance tradicional, esos deben ir en tipo inglés" (a lo que parece por el papel, posterior a la anterior).



50 Conozco la carta gracias a una copia (xerográfica) del original, que obra en poder de R. Lapesa.



51 "En una primera ojeada creo deben excluirse de la Primavera estos nos. 1: «Enojada estaba Roma»; 8. : «En los reinos de León» (que Wolf y Milá atribuyen a la clase Ia!!!); 9 «En corte del casto Alfonso»; 10: «An­dados 36 años»; 11: «En gran pesar y tristeza»; 15: «Preso está»; 18: «Preso está»; 21: «Quién es...?»; 22: «Cansados de pelear»; 23 «Saliendo de Canicosa» (?); 27: «Casamiento se hacía»; 28: «Ese buen Diego Laínez»; 38: «Entre dos reyes cristianos»; 48: «Después que Bellido Dolfos»; 51: «En Toledo estaba Alfonso»; 56: «Encontrado se ha el buen Cid»; 57: «De con­cierto están»; 61 y 61a; 71: «Junto al vado»; 92 y 92a; 100 «Retraida»; 134: «Ese conde don Manuel»; 128: «Sevilla está en una torre». Del tomo IX de la Antolo­gía de M[enéndez] P[elayo], p. 175, etc. hay que ex­cluir muchos, como son los nos 2, 4 a 11, 15, 16, 28, 34, 36". Previamente, en el revés del final de una car­ta de Foulché-Delbosc inició una lista de los 152 ro­mances admitidos por Wolf, que continuó en hoja aparte, y en el reverso de esa hoja adicional añadió los 36 de la Antología, IX, p. 75; sobre esta lista marcó los que creía que había que eliminar: "Los R[oman-ces] que van a la vuelta sin paréntesis son los que le digo a Foulché q[ue] hay q[ue] excluir. 1 Dic. 1900, enmendado 25 Nov. 1901".



52 "Por ahora lo que necesitamos es copias íntegras de los Rom[ance]s en sus más viejas impresiones (...). Respecto al orden, el de Wolf es bastante aceptable, y el más sencillo (...). Pero si podemos establecer algu­na división por estilos me parecería mejor; ya veo que esto ofrece muchas dificultades, y el peligro de la confusión (...)".



53 Publicada por J. Lemartinel, "Cartas de Menén­dez Pidal a Morel Patio", Cuadernos Hispanoameri­canos, núms. 238-240 (1969), p. 255.



54 Las versiones de 1900-1901 se hallan descritas mediante su incipit copiado en forma de dos octosí­labos dispuestos en columna; frente a ellos, con una llave, se consigna un título acompañado de la aso­nancia, bajo el cual se especifica, subrayada, la proce­dencia. Las versiones van distribuidas, en hojas independientes, por provincias (o agrupaciones de pro­vincias o regiones).



55 Inicialmente, María Goyri los situó todos en "Soria", por ser donde se recogieron. "Burgos" es pre­cisión añadida posteriormente por Ramón Menén­dez Pidal.



56 Que inicialmente María Goyri colocó en "Aran­da (Soria)", dato posteriormente enmendado por Ra­món tachando "Soria" y poniendo "Burgos".



57 La primera procede, en realidad, de Burgo de Osma. La publicó M. Menéndez Pelayo en el vol. X de la Antología (1900), pp. 221-222, como una novedad, ya que acababa de recibirla del matrimo­nio Menéndez Pidal. La segunda fue anotada por Ramón Menéndez Pidal de boca de "la criada Mariana”.



58 De una niña, criada de El Paular, sin duda Ino­cencia (véase n. 96).



59 La primera informante de San Agustín de Alco-bendas fue la "señora Aquilina", en El Paular.



60 Recogidas, fundamentalmente, de niñas que los cantaban en sus juegos: Enriqueta Lago, gallega de Cereixal (Lugo), que les dijo cinco romances y Car­men, de Toledo, que les dijo otros dos, las cuales afir­maban haberlos aprendido en Madrid; Amparito, que dijo sólo uno, pero a quien volverían a interrogar en 1902-1903, y otras niñas anónimas que les pro­porcionaron otros dos.



61 Ni en la lista, ni en las versiones constan otros datos.



62 Dado que son parte de la recolección personal de Ramón y María.



63 La lista elaborada por María Goyri en 1901 de los "Romances asturianos" de su colección no deja lugar a la duda: sólo eran las 11 versiones descritas en el texto.



64 Ramón añadió en la cabecera de la segunda pá­gina del inventario: "Además de las de Juan" "y de la Antología y Munthe".



65 J. A. Cid, "El Romancero tradicional en Astu­rias" (1991), pp. 211-213, no distingue en la lista lo escrito en distintas fechas por María Goyri y Ramón Menéndez Pidal. A mi parecer, no hay dificultad para hacerlo.



66 Ello explicaría que de la recitadora de San Juan de Amandi, María Fernández Garrido, de 21 años, haya en dos casos dos originales, uno de mano de María Goyri y otro de Juan Menéndez Pidal, en otro sólo uno de mano de María Goyri y en otro sólo uno de mano de Juan Menéndez Pidal. También son in­formantes de Juan (1885-1902) y de Ramón (1901) María Suárez y González, 84 a., de Solieres, y Rosau­ra, de Pajares. Véase J. A. Cid, "El Romancero tradi­cional en Asturias" (1991), pp. 190-192 y 211. Dado que la hermana de Ramón y Juan, Enriqueta Me­néndez Pidal, tenía casa en Linares (Ribadesella) y que la familia tenía sus raíces en Pajares, las versiones de esos entornos tanto pueden haber sido recogidas in situ, durante estancias en Asturias, como acudien­do a la memoria de criadas que residían en Madrid en casa de algún miembro de la familia.



67 Véase D. Catalán / et alii, Romancero general de León (1991; 2a ed. 1995), I, pp. XV-XVI; en la p. CX de este mismo volumen se reproduce fotográfica­mente el original de una de estas versiones de Al­manza.



68 Proceden de localidades de su entorno: Villar-muerto (la nodriza del hijo de Maldonado: Mariana Marcos; Consuelo Sánchez) y Villavieja.



69 Proceden de Pocilgas (hoy Buenavista) y fueron dichas por Polonia Pedreira. En RTLH, IV (1970), lámina frente a la p. 164, se reproduce fotográfica­mente una de estas versiones.



70 Proceden de Valdefuentes (María Cruz Sánchez y Sánchez).



71 Escrita por Ramón Reyes, el cochero de L. Maldonado; pero deriva de La Ilustración (aunque tiene música). Véase RTLH, VIII (1976), pp. 158-159 y RTLH, IV (1971-1972), pp. 225-226.



72 Dicha por Consuelo Domínguez.



73 Proceden de Diego Alvaro.



74 Las identifica sin citar los dos primeros octosíla­bos (como hacía María Goyri).



75 Algunas proceden de los mismos lugares e infor­mantes: Villarmuerto (Consuelo Sánchez), Robliza (Ramón Reyes). Otra (de Los mozos de Monleón) fue recogida por Carlos Sánchez de Terrones de un ermi­taño de Santa Rosa en San Marcos de Íñigo.



76 Es el recolector de la versión de Florida de Lié­bana.



77 Este médico de Villavieja (Salamanca) es quien recoge las versiones de esa localidad y de Encinasola.



78 Recogió, "de pastores y cabreros", las versiones de Diego Alvaro (Ávila) y Muñovela (Salamanca). Luis Maldonado el 23-XI-1901 remitió a Menéndez Pidal los "primeros cuatro" (deben ser cinco) roman­ces de "Piedrahita y Muñovela" proporcionados por Pedro Antonio Martín Robles.



79 La versión de San Marcos de Íñigo citada en la n. 75.



80 Aunque en 1901 sólo contribuiría, vía Maldona­do, con un "romance de pueblos" ("De Vilvestre es el buen vino"), más tarde, en torno a 1902, recogió unos curiosos textos extremeños de que luego hablaremos.



81 Descritas en las listas correspondientes de M. Goyri, 1901. Las segovianas se hallan publicadas en Romancero general de Segovia (1994), ed. R. Calvo, pp. 133-134 y 142-143. En la p. xcm se reproduce en lámina, el original de una de ellas.



82 Reseñada por M. Goyri en la lista de "Romances andaluces" de 1901. Se trata de una curiosa versión de El cautivo del renegado + La hermana cautiva.



83 Son copias de romances publicados en Portuga-lia, I, por J. A. Tavares.



84 El hallazgo del romance noticiero sobre la muer­te del heredero de los Reyes Católicos llevaría a Ma­ría Goyri a escribir el artículo "Romance de la muer­te del Príncipe don Juan (1497)", BHi, VI (1904), 29-37. Uno y otro romance han sido posteriormente objeto de preferente atención por parte de P. Béni-chou, Creación poética en el Romancero tradicional, Madrid: Credos, 1968, pp. 95-124 y pp. 160-184, y por parte mía: D. Catalán, Arte poética del Romance­ro oral (Madrid: Siglo XXI, 1997), Parte Ia, cap. II.7 y Parte IIa, cap. II.



85 No hay lista de romances de Galicia correspon­diente a 1901. A continuación de la lista de roman­ces de Armesto, Ramón Menéndez Pidal sólo inven-taria: "«Señor don Gato» 1° Variante dada por Leira [en Chile, véase n. 166], 2° Impreso por Leite, co­piado por G[arcí]a Plata". Ya hemos dicho que Ber­nardo Acevedo aún no le había remitido sus textos de Gástelo de Frades.



86 La joven había ya sido encuestada el año anterior, 1901, por Juan Menéndez Pidal, a quien proporcionó una versión del romance de la Penitencia del rey Rodri­go para su monografía sobre las Leyendas del último rey godo (Notas e investigaciones). Nueva ed. corregida, Ma­drid: RABM, 1906, donde consigna el dato (Juan lla­ma a la informante de Armesto "María Manuela Eva", de 18 años). En 1902, los romances (entre los que se incluye el de la Penitencia) fueron anotados en la pri­mera recitación por Luis Menéndez Pidal; y en la se­gunda por Ramón Menéndez Pidal. Al hacer su inven­tario, Ramón hizo constar: "Eran estos (1902)"; la precisión creo que deriva de que tenía conciencia de que la recitadora había sido interrogada anteriormente.



87 Dichas por Obdulia Marcos. Véase Romancero general de León, I, 1991, p. XVII. En la p. CX de Ro­mancero general de León, I, 1991 (2a ed., 1995) se re­produce fotográficamente el original de una de estas versiones.



88 Ello es seguro en el caso de las versiones dichas por Amalia Diez Cortina de Figaredo, ya que sobre una de sus versiones (de la Casada de lejas tierras) Ra­món Menéndez Pidal anotó el texto del mismo ro­mance que sabía Obdulia Marcos, natural de Valen­cia de don Juan (véase Romancero general de León, I, 1991 o 1995, p. XVII, nn. 18, 21). Las versiones que enumero fueron añadidas a la lista de "Romances as­turianos" por Ramón en 1902, antes de incorporar a su colección ocho romances de corro remitidos por Braulio Vigón, quien los había publicado ya en su obra Juegos y rimas infantiles (1895).



89 Rosario hizo, sin duda, su recogida de romances, aprovechando su residencia veraniega en casa de Sa­turnino Fuentes y su hermana Enriqueta Menéndez Pidal en Linares (Ribadesella). Véase la lista que de estas versiones da J. A. Cid, "El Romancero tradicio­nal en Asturias" (1991), I, p. 214, y su edición de las mismas.



90 Desde comienzo del siglo, Ramón y María en­contraron en el desamortizado monasterio de El Pau­lar, en el alto valle de El Lozoya, que era entonces un apartado rincón de la Sierra de Guadarrama, un lu­gar de veraneo apropiado a sus gustos montañeros.



91 En su Romancero hispánico (1953), vol. II, p. 295, donde parece considerar la experiencia en Atienza como ocurrida en el viaje de 1900. Las ver­siones de su colección recogidas en Atienza (un par de romances: La condesita y La aparición) y en Almadrones, cerca de Sigüenza (tres, de tema devoto) son posteriores a 1901, según dejan ver las listas y el he­cho de que no se refirieran a ellas en la carta a Me­néndez Pelayo.



92 La "recitación recordatoria de versos" y el esqui­var la obsequiosa colaboración de los letrados resi­dentes en los pueblos y aldeas fueron para Menéndez Pidal dos dogmas que transmitió a cuantos siguieron sus enseñanzas recolectoras. Fue esa experiencia la que le llevó a promover la elaboración de manuales para el encuestador con comienzos de romances, re­ferencias a la difusión conocida de los temas e ins­trucciones acerca de la necesidad de recoger con fi­delidad lo dicho por los informantes.



93 Toulouse, Paris, Bordeaux, 1908, pp. II-VI.



94 Pese a esta laxitud que Ducamin confiesa, par­ticipó alguna vez en el trabajo de anotar los textos: como ha destacado Raquel Calvo, Romancero general de Segovia (1994), pp. XVIII-XIX, son de su mano seis versiones dichas por Casimira Gómez (80 a.) de Al-dealuenga de Pedraza (Segovia), vecina de Rascafría, y de María Cristóbal García (28 a.), vecina de Ala­meda.



95 Las listas de las versiones recogidas en el Valle del Lozoya de naturales del mismo ponen de mani­fiesto una notoria escasez de romances tradicionales de asuntos profanos frente a una mayor abundancia de romances de tema religioso. Posiblemente esta desproporción se debiera a las circunstancias en que solía hacerse un uso colectivo de los cantos romancísticos: "En Rascafría se cantan los romances. Los cantan durante la Cuaresma, desde el Domingo de Piñata hasta Pascua de Resurrección, porque, como no se baila esos domingos, van a las eras lo mozos y las mozas y cantan los romances a la rueda, agarrados de la mano; y las mugeres, en invierno, cuando velan en casa de una vecina, cada una con su labor. Entre las canciones de rueda de Semana Santa y Cuaresma («Jueves Santo», La Verónica, Soledad de la Virgen, etc.) hay alguna tan poco edificante como «Si queréis saber, señores» (El cura y el molinero Andrés). «Esa se canta en Cuaresma», dicen. Otra ocasión de recitar es Navidad: «Camina la Virgen pura» y otros que son villancicos cultos o populares" (R.M.P.). Estas cos­tumbres tenían amplia difusión en la cordillera central, según nos muestra una observación muy poste­rior, de Setiembre de 1931, referente a Hoyos del Es­pino (Avila): "Cantan los romances durante la Cua­resma, ya que en esos días no pueden bailar. Los cantan formando un corro las mujeres (...)" (M.G.). Véase adelante, cap. IV, § 5.



96 En El Paular, donde ya en 1901 habían descu­bierto a la niña Inocencia y a la señora Aquilina, les dijo también romances la Justa. En Rascafría, Euse­bia, "madre de la Mani y de la chiquilla lista", Tomás Huerta, Romualda M. Gil, Romualda Moreno, Elvi­ra Redondo, Evarista Redondo, Jerónima Ramírez, Antolina y su chico Julio, Braulia Martín, María Marcos, Eleuterio, Micaela Isla, Margarita la del se­ñor Gil Velasco el chistoso, Paco y Gregorio Fraile, María Sanz Trujillo, Teresa Ortiz (hija de "la Alican­tina" Plácida Gil).



97 La señora Clementa (de 67 años), Felipa Ramírez, Vicenta González, Antonio Sanz, la señora María.



98 Cirilo García (41 años), "que los aprendió de su madre que tiene 72 años". A María Cañencia ("de ojos ribeteados") "falta verla".



99 Según una hoja del cuaderno de excursiones de R. Menéndez Pidal salvada por M. Catalán del sa­queo de la casa de Las Fuentecillas por los soldados "nacionales". Fue incorporada al cuaderno de excur­siones de M. Catalán (hoy en paradero desconocido). Véase RTLH, IX (1978), p. 152, el relato de una ex­cursión a Peñalara en que salen a colación las yeguas de Penacho y de la Justa y el propio Penacho.



100 Entrevistado, según dijimos, en 1901.



101 101 Josefa Nogales, vecina de Alameda (entrevista­da, quizá, en Pinilla); Casimira Gómez y María Alvaro, vecinas de Rascafría; María Cristóbal, veci­na de Alameda; Anselma Sancho y Eusebia Agraos, vecinas de Pinilla. Al pastor Basilio Bartolomé de Arcones sin duda lo abordó Menéndez Pidal en el Valle del Lozoya en agosto-setiembre de 1904 (en Romancero general de Segovia, 1993, se reproduce en lámina, p. XCI, el original de la lista en que figuran sus versiones). En RTLH, V (1971-72), entre las pp. 134 y 135 puede verse la reproducción fotográfica del original de una de las versiones procedentes de Arcones.



102 Residía en Alameda.



103 Era vecina de Rascafría.



104 Desde 1903 tenía ya Menéndez Pidal la infor­mación de que "María la Cestera sabe mucho en Ras­cafría" y se había propuesto "Hablar con la Sª María la Cestera (valenciana de Castellón), con su marido y con Leonor hija de ellos".



105 Menéndez Pidal consideró a la madre testigo de la tradición de Elda, pero clasificó ya a la hija como informante de la tradición local.



106 En 1904 dijo 8 romances. Al siguiente año la volvió a entrevistar Menéndez Pidal: "los ocho ro­mances que sabe la cestera María de Rascafría se los hice repetir después de un año y los repitió sin va­riantes" (sólo éstas: "entre (- sobre) las tres y las cua­tro"; "al suelo cayó (- cayó al suelo) desmayada"; "que ellas solas van (~ se irán) a casa"; "en el (~ su) cuarto le ha metido". Una de las versiones de Las Useras recogida en 1904 se halla reproducida foto­gráficamente en lámina entre las pp. 40 y 41 de RTLH, XI (1977-78) y su música (transcrita por M. Manrique de Lara) en otra lámina contigua.



107 Según recuerda Menéndez Pidal en un apunte manuscrito. Pero, pronto, contó con M. Manrique de Lara para esa labor.



108 J. Ducamin, Disciplines de clergie (1908), p. VIL



109 Señalo en cursiva las palabras que en el texto de Ducamin figuran en español.



110 Ducamin se detiene a recordar a Menéndez Pidal en su "Dedicace" cómo "une épidemie de coqueluche" mantenía alejada de El Paular a "Jimena, votre aínée (...) a Burgos, chez son oncle le gouverneur" [Juan Me­néndez Pidal] y que la niña se hacía, sin embargo, pre­sente gracias a un cilindro de cera del fonógrafo en el cual, con "une voix de trois ans, deja forte", cantaba el romance de Don Bueso: "... que yo no soy mora ni fía, de judía, / soy una cristiana de nombre María, Disciplines de clergie (1908), pp. IV-V. Ramón Menéndez Pidal, en carta a sus hermanas dirigida a Ribadesella el día 7-IX-1904, alude a las circunstancias recordadas por Du­camin: "cuando venía yo de La Granja de despedir a un amigo francés Ducamin (...). Ya desapareció la Tosferina (...). Carmen [Gallardo] ya lleva tres niños muertos de la tos (...). El 15 iré a Burgos a recoger a Jimena, que ya es tiempo que la recobremos (...)".



111 No sabemos cómo logró sus primeros contactos. Quizá en la propia casa de su hermano o en la de Linares, a que hace referencia, dado que respecto a una de las mujeres que se los dictaron (Toribia Castrillo) señala el oficio: "lechera".



112 En cuatro ocasiones anotó las señas particulares de las recitadoras: "Calle de Fernán González 88" (Majencia Espinosa), "Fernán González 50" (Nieves Mendi), "frente a casa de Linares, Calle de Lavadores 2" (Toribia Castrillo), "Calle Pozo Seco 9" (Regina Castrillo). Pero, dado que a continuación anotó "ira su casa, quedó en buscar" (Majencia, que dijo haber aprendido los romances de su madre), "ir a su casa, quedó en buscar y a su hermana Regina" (Toribia Castrillo), está claro que la entrevista inicial fue fue­ra de las casas citadas.



113 Informantes: Nieves Galindo, 15 a. (4 versiones), Mercedes (2 versiones), Nieves Mendi (3 versiones).



114 De Villímar: Toribia Castrillo (5 versiones) y Regina Castrillo (1 versión); de Quintanaortuño: Marcelina Valdivielso (1 versión); de Santa María de Rivarredonda: anónima (1 versión).



115 La madre de Majencia Espinosa, de 16a., era de Sotillo de la Ribera (Soria). Las 7 versiones que dijo Majencia las había aprendido de ella.



116 Olmeda sólo incluía en las diversas secciones de su Cancionero tres romances profanos, La Infantina seguida de El Ateo (de Pradoluengo), Mes de Mayo (de Villanueva de Carezo) y La loba parda (de Cere­zo de Río Tinto) y dos religiosos (de Pradoluengo y Los Balbases); de otros sólo daba los comienzos al pie de las melodías.



117 De algunos de ellos Olmeda había publicado las melodías en su Cancionero.



118 Entre una mayoría de temas devotos (9 roman­ces) consiguieron una versión de El conde Niño, otra de La mala suegra, y otra de La loba parda (de Balbases).



119 Remitida en 1902 o 1903, la completó en un nuevo envío de 19 de marzo de 1904.



120 Quien unos años después publicaría su Folk-lore o Cancionero salmantino, Madrid: Imprenta Alema­na, 1907.



121 Los datos que siguen, junto con otros, pueden leerse, en un contexto expositivo más completo, en El romancero tradicional extremeño. Las primeras colecciones (1809-1910). Ed. L. Casado de Otaola, bajo la dirección de D. Catalán, Mérida: Asamblea de Ex­tremadura y Fundación Ramón Menéndez Pidal, 1995, pp. 28-46.



122 Se trataba de una versión de La molinera y el fraile.



123 Los sucesivos envíos se reflejan en las listas de María Goyri y Ramón Menéndez Pidal referentes a "Extremadura" escritas, progresivamente, desde 1902 a 1905. Sabemos, por alusiones de García Plata, que las versiones de Miajadas las obtuvo acompañado de Roso. En RTLH, VII (1975), entre las pp. 152 y 153 y RTLH, XI (1977-78), entre las pp. 40 y 41 se ha-



lian unas láminas en que se reproducen dos textos tal como los remitía García Plata. Otros originales pue­den verse en las láminas de las pp. 37 y 38 del Ro­mancero tradicional extremeño, I (1995).



124 Él mismo le ponderaba a Menéndez Pidal: "Tengo más facilidades para recoger lo que haya que los señores desconocidos para los tíos y las tías, que desconfían generalmente de la buena fe de aquellos". Pero su familiaridad con esos tíos y tías no le abrió las puertas de la tradición que atesoraban.



125 La carta de Gabriel y Galán es en respuesta a la que el 15 de febrero de ese año le había escrito Me­néndez Pidal y que fue publicada por Concha Ares Vi­dal y Enrique Rodríguez Cepeda, "Ramón Menéndez Pidal y José Ma Gabriel y Galán (cinco cartas inéditas de don Ramón sobre el Romancero", Homenaje universitario a Dámaso Alonso, ed. M. Hernández et al, Madrid: Credos, pp. 161-170. En ella le invitaba a co­laborar en su "Romancero popular recogido en toda España", explicándole: "Los romances que deseo son los tradicionales, que se aprenden de padres a hijos. No los de ciego, que se aprenden en los pliegos impresos" y trataba de orientarle en la labor copiándole algunos "comienzos de los más corrientes, que pueden servir a V para refrescar la memoria de sus interlocu­tores" (cuatro octosílabos de Delgadina, y otros tantos de La condesita, Albaniña y La Virgen y el ciego). Le pe­día que los apuntase "con fidelidad científica".



126 El nombre de Nicolás Izquierdo fue sugerido por Juan Sanguino (carta de 19-X-1903).



127 Véase D. Catalán, El español. Orígenes de su di­versidad, Madrid: Paraninfo, 1989, pp. 105-118.



128 Como doña Gregoria explica (en carta sin fe­cha): "siestas, ay que adbertir, que no se da siesta a el trabajador hasta el 21 de Marzo, y merendilla asta el 15 de Abril, bolas en todo tiempo se dan cuatro: por la mañana, en el trayecto desde la era (como dicen ellas que echan mano a trabajar) asta las doce de el día se echan dos, siempre la más descaradilla dice es bola, y se sientan un rato a descansar; si son hombres se echan un cigarro y dura la bola mientras lo fuman, y las mujeres pasan el rato contando acertijos, cuen­tos o chascarrillos y otras heces recuerdan las cancio­nes antiguas. Las siestas las dejan dos oras para comer, unas después se echan a dormir un rato y otras se po­nen a acer picos. Picos se llama en este pueblo a acer puntillas al crocher y a la bez cantan. Merendillas, además de las dos bolas de la tarde, las dejan otro rato para comer un poco de pan y queso. Es lo que suelen merendar". El original de una versión de Doña Gregoria puede verse reproducido en Romancero tradicio­nal extremeño, I (1995), p. 36. Según sus informa­ciones, los temas religiosos reemplazaban a los profa­nos en Cuaresma y Semana Santa: "Aquí se tiene costumbre por las noches los mozos ir cantando por las calles; mas por referencia de personas hancianas sé que ni en cuaresma ni semana Santa se cantaban las canciones ni cantares de ordinario, sí que se cantaba sólo cosas Santas (como ellos dicen), unos cantaban el berso y otros cantaban el estribillo, o mejor dicho la recaída" (en cabeza de la copia de la "Canción de Cuaresma").



129 D. Berjano, "Romances populares de la Sierra de Gata", Revista de Extremadura, L (Agosto 1903), pp. 337-349, con 13 romances.



130 "En favor del Romancero español", Revista de Extremadura, LII (Octubre 1903), pp. 456-461.



131 Bejarano le envió directamente una versión de La bastarda y el segador y otra de El hijo postumo, am­bas de Belvís de Monroy, y publicó otras cinco en un artículo titulado "Romances y canciones", Revista de Extremadura, LIV (Diciembre 1903), pp. 537-541.

132 "Diario de Tenerife", 29-1-1904.

El "CANCIONERO SALMANTINO" del presbítero DÁMASO LEDESMA: "Los Hospicianos de ALDEADÁVILA". Año de 1907.


No hay comentarios:

Publicar un comentario