Cine en las Arribes del Duero

Cine en las Arribes del Duero
Doctor Zhivago, La Cabina, Del Pirineo al Duero...

Mapa de La Ribera del Duero en 1641, durante la invasión portuguesa

Cascada del Remolino. ARRIBES DEL DUERO

sábado, 31 de marzo de 2012

DR. ZHIVAGO 23 fotos en ALDEADÁVILA -1

23 FOTOS del filme DR ZHIVAGO en LA PRESA DE ALDEADÁVILA

Si tienes facebook, puedes descargarte estas bellísimas fotos de su rodaje, en julio de 1965.



David lean, su director sabía bien cómo ambientar la película. ¿Estuvieron Julie Christie y Omar Shariff en Aldeadávila?. Esa era la pregunta que nos hacíamos todas en el pueblo...





viernes, 30 de marzo de 2012

Este fin de semana: ¡SALAMANCA!!

Este fin de semana puedes escoger entre una ruta de senderismo por los molinos de Las Arribes en Cabeza del Caballo (31 de marzo Marcha al río Las Uces, que es el que forma la Cascada del "Pozo de los Humos")


o, si te gusta más el fútbol, puedes hacerte una foto con la Copa del Mundo de la Roja en la Plaza de la Concordia, en una exposición itinerante con Vicente del Bosque e IBERDROLA en la Plaza de la Concordia -viernes 30, sábado 31 y domingo 1 de abril-:



Visita la web:

martes, 27 de marzo de 2012

Una mirada a Miguel de Unamuno y a Las Arribes

Mirada pensativa de Luciano González Egido, Salamanca 1928.

Luciano González Egido (Salamanca, 1928), oriundo de Hinojosa de Duero.



Premio de las Letras de Castilla y León 2004. Se doctoró en Filosofía y Letras en la Universidad de Salamanca con una tesis sobre Baltasar Gracián y fue profesor adjunto en aquella facultad durante varios años, hasta que le expulsaron de ella por razones políticas. Fue editorialista emboscado en Pueblo, cineasta de alquiler y dirigió la revista Cinema universitario.


Cultivó el ensayo y el periodismo cultural, del que son buen ejemplo Salamanca: la gran metáfora de Unamuno (1983), Agonizar en Salamanca (1986), sobre los últimos meses de Unamuno, La Cueva de Salamanca (1994), sobre la cripta del esoterismo español, y la biografía Miguel de Unamuno (1998).


Sus libros sobre Unamuno esclarecen más que cualquier otra mediación la silueta intelectual y la asfixia del escritor apresado en el tremedal de la Salamanca bélica. Su primera novela, El cuarzo rojo de Salamanca (1993), premio Miguel Delibes, es un fresco de la ciudad asaltada por las tropas napoleónicas, que recupera los afanes de la vida cotidiana hace doscientos años y supuso la consistente irrupción de un narrador en plena madurez.


El corazón inmóvil (1995) se demora en el universo cerrado de una comunidad religiosa. Tuvo el Premio de la Crítica como mejor novela de aquel año.


La fatiga del sol (1996) es un hermoso texto sobre los Arribes, aquel universo fronterizo y fascinante a menudo devaluado por la calderilla turística. El amor, la inocencia y otros excesos (1997) es una novela itinerante y La piel del tiempo (2002), quizás su obra más ambiciosa, es una fiesta de la imaginación y del lenguaje, un friso narrativo minado de guiños literarios, una novela coral de alto voltaje: la fascinante y mágica historia de ocho siglos de la ciudad del Tormes.


Cuentos del lejano oeste (2003) reúne una colección de relatos de extensión creciente –oscilan entre el leve apunte en dos palabras del primero y las diecisiete páginas largas del último- ambientados, como La fatiga del sol, en el territorio rayano del poniente salmantino, en el picón de Hinojosa de Duero. En 2004 publicó Veinticinco historias de amor (y algunas más), que son en realidad 33 relatos escritos con una precisión de cirujano del lenguaje. Su última obra hasta el momento es Los túneles del paraíso (2009), novela coral que narra la construcción el ferrocarril entre Salamanca y Portugal en el último tercio del siglo XIX.


Luciano G. Egido es autor de una obra contrastada, poblada por personajes singulares, que ofrece un fresco vigoroso de los pasajes más conflictivos cruciales de nuestra historia con un estilo exigente y muy personal. La ventaja de la madurez intelectual le otorga una independencia absoluta a la hora de abordar con riesgo nuevas fórmulas narrativas. Su eclosión tardía, con los 65 años cumplidos, lo convierte en un habitante de los apéndices en el tratamiento de una generación con la nómina de nombres muy cerrada.


Arribes en HINOJOSA DE DUERO, admiradas por Luciano Egido

AGONIZAR EN SALAMANCA, DE LUCIANO G. EGIDO



POR CHRISTOPHER DOMÍNGUEZ MICHAEL

http://www.letraslibres.com

La escena ocurrida en el paraninfo de la universidad de Salamanca, ese 12 de octubre de 1936, cuando don Miguel de Unamuno dió al traste con la Fiesta de la Raza a la que había sido invitado en representación del generalísimo Francisco Franco, es uno de los momentos emblemáticos del siglo XX.


Garrapateada en el reverso de una carta que llevaba consigo y que le había escrito la suplicante mujer de un pastor protestante por cuya vida no pudo interceder, la intervención de Unamuno contiene y conjuga el drama entero de los intelectuales fascinados y repelidos por la tiranía moderna.


Famoso por su admonición central –“vencer no es convencer”– y más célebre aun por la respuesta luciferina del general Millán Astray, que golpeaba la mesa con su única mano hasta que pudo interrumpir al filósofo y gritar “¡Mueran los intelectuales! ¡Viva la muerte!”, el discurso de Unamuno es una frontera en el tiempo, el momento en el que los clérigos decimonónicos, de alguna manera inocentes en su adicción erudita por Marx o por Nietzsche, se descubren culpables y empiezan a vivir agónicamente, como diría Unamuno.


Del paraninfo, salió Unamuno del brazo de Carmen Polo de Franco para morir apenas ochenta y tantos días después, el 31 de diciembre. 1936 no fue cualquier año: iniciaba la guerra de España y las purgas en Moscú.


El Románico Atlántico, en el punto más alto de Hinojosa de Duero

Agonizar en Salamanca, del novelista salmantino Luciano G. Egido, es un libro que va camino de convertirse en la obra clásica sobre la sorprendente agonía de Unamuno, su lucha, victoriosa al fin, por justificar toda su paradójica filosofía en un gesto imborrable que lo colma de sentido. Egido cuenta, y cuenta muy bien, ese último acto en la vida de Unamuno en el cual será destituido dos veces como rector vitalicio de la Universidad de Salamanca: el 22 de agosto, por la República, mediante decreto firmado por el presidente Manuel Azaña, y el 14 de octubre, por el régimen sedicioso, que además lo hizo expulsar de la universidad misma, del ayuntamiento y del casino, a donde el viejo –se diría que Unamuno es el viejo por antonomasia– se presentó la tarde del 12 de octubre y de donde lo echaron sus aterrados contertulios.


Unamuno, hasta la víspera, había colaborado de manera pública y entusiasta con la rebelión. El filósofo abandonó horrorizado la causa de la República cuando la vio desvirtuada por el Frente Popular, cuyas tropelías anticlericales le causaron un horror pánico originado, también, en el vehemente antimarxismo del viejo y en su execración personalísima de la persona de Azaña, a quien llegó a recomendar el suicidio como acto patriótico.


La Segunda República representaba para Unamuno la anarquía de las masas, el dominio de Bakunin, la consumación del nihilismo que extraviaba al español, el culmen de sus dolores, una afrenta íntima.


En el motín africano del 17 de julio creyó ver Unamuno un pronunciamiento a la usanza de aquellos del siglo XIX que habían coloreado su infancia en el País Vasco.


Pero se despertó bien rápido de su sueño don Miguel, tal cual lo sugiere Egido, y se acicaló para recibir en la cara el golpe helado del nuevo siglo, de sus persecuciones y matanzas inverosímiles. Ya en abril de 1933, ciertamente, Unamuno había predicho su propio destino con tanta clarividencia que no es dudoso suponer que le habría echado una mano:


“El que tenga fe en el espíritu, es decir, en la libertad, aunque perezca también ahogándose en el torbellino de la contrarrevolución, podrá sentir, en sus últimas boqueadas, que salva en la historia su alma, que salva su responsabilidad moral, que salva su conciencia. Su aparente derrota será su victoria.”


Con el nervio de los buenos libros breves, entre los que resalta Los últimos días de Kant, de Thomas de Quincey, como modelo de la biografía que se ocupa de dilatar al máximo los meses, los días y las horas, Egido registra la mudanza en el paisaje del alma de Unamuno.


En agosto, en carta a un amigo belga, Unamuno se acusa filosóficamente de aquello que había criticado desde la primera página de El sentimiento trágico de la vida en los hombres y en los pueblos (1913), de haber deseado “salvar la humanidad sin conocer al hombre”.


Mientras Unamuno bendecía públicamente a Franco (quien a diferencia del general Emilio Mola le fue simpático hasta el fin), la prensa republicana fue pasando del azoro a la indignación y el 21 de agosto un antiguo amigo suyo, el escritor soviético Ilya Ehrenburg, lo maldecía en un artículo que dio la vuelta al mundo.


Pero junto a las abominaciones públicas empezó a trabajar la conciencia, la mala conciencia, de Unamuno, que a diferencia de otros tantos intelectuales comprometidos (los unos y los otros dirá él mismo, refiriéndose a los marxistas y a los fascistas) se fue quitando la venda de los ojos y cuando pudo ver lo invadió la cólera.


En la correspondencia cotidiana y a través de entrevistas personales, Unamuno expresa la repugnancia que le causa la creciente represión en la retaguardia, la furia antintelectual de los falangistas y aquella sed de sangre que, en su testimonio, se mostraba con escándalo en las “vírgenes solteronas” que se presentaban, ganosas, a presenciar las ejecuciones de republicanos, liberales, masones, socialistas y comunistas. En esas fechas se entrevista el filósofo-poeta con Franco, entonces pertrechado en Salamanca, y le pide clemencia para algunos inocentes. A tiempo se dio cuenta Unamuno, él que había predicado la guerra civil de las conciencias y que por ello se sentía mortalmente culpable, de que la guerra de los nacionales no era contra el bolchevismo, sino contra el liberalismo.


Después del acto en el paraninfo, los insultos contra Unamuno cambian de bando y son tantos y tan crueles como los lanzados semanas atrás desde el bando republicano. El fascista se transforma en rojo y aquel que traía “la infección del medievo en su sangre reaccionaria” se convierte, de un día para otro –y vaya día– en la personificación del encubierto y del encubridor, del hipócrita y del falso amigo, “el pseudo intelectual liberal-masónico”.


Los falangistas llamaron a despojar al anciano de su propia filosofía. José Antonio Primo de Rivera, el hijo del dictador que Unamuno había combatido en los años veinte, consideraba como propio y nutricio el pensamiento de Unamuno.


El mérito de Egido, en Agonizar en Salamanca, no es tanto la reconstrucción de los hechos sino la puesta en escena del drama que se desenvolvía en la mente del escritor vasco durante los días posteriores al 12 de octubre. “Yo soy liberal; yo no puedo combatir al liberalismo; yo no puedo cambiar mi liberalismo por ninguna de las zarandajas de ahora”, le dice a un amigo falangista, “me acongoja el porvenir de la inteligencia entre nosotros. Aunque el mundo entero se orientase a favor de los regímenes antiliberales, por eso mismo yo sería liberal, cada vez más liberal. ¡Cómo iba yo a colaborar en la doctrina fascista en España!” “Estoy solo como Croce en Italia”, le dice Unamuno a otro.


Pide al nuevo rector de Salamanca que le mande un bedel en busca de los libros tomados en préstamo a la biblioteca universitaria. No los quiere devolver personalmente para no exponerse al ridículo o ultraje de verse seguido en la calle por el policía que le han puesto en la puerta de su casa. A un corresponsal le explica que “el grosero catolicismo tradicionalista español apenas tiene nada de cristiano...”


Se murió Unamuno mientras platicaba con un discípulo y murió en estado de perfección y, por más que su publicitada egolatría (o yoísmo) hubiese soñado ese desenlace, nada, sino esa intrahistoria a la que él se confió, hubiera podido prefigurar un final tan noble. Se pueden leer muchas cosas acerca de Unamuno, sobre el melodrama de la excepcionalidad ibérica, el trance del católico que no se atrevió a ser protestante, sobre el desprecio contemplativo de la ciencia y el quijotismo evangélico, la dudosa calidad liberal de su liberalismo y sobre su equívoco lugar, primero en la izquierda y luego en la derecha, pero nadie, ninguno de los intelectuales que atravesaron los años treinta del siglo XX llegó tan puntualmente a la cita y ningún otro hizo tan bien lo que tenía que hacer como Unamuno.


Ya se escribirá la gran biografía de Unamuno, esa que siempre nos hace falta para poner a juicio el sentimentalismo y la retórica obsequiosa que su figura atrae y cultiva. Pero mientras llegue ese libro, Agonizar en Salamanca, de Luciano G. Egido es una respetuosa estela en su memoria.



Muerto Unamuno, dijo José Ortega y Gasset en su nota necrológica, se impuso en España un silencio atroz. El mismo silencio que cubriría Europa, de este a oeste, durante los años que siguieron. Podría decirse que aquel silencio comenzó tan pronto como callaron a Unamuno en Salamanca.

Puedes descargarte el doc completo en pdf, aquí:



lunes, 26 de marzo de 2012

España invoca la sequía en el Convenio de la Albufeira, con Portugal


El hecho de que este año pluviómetrico 2011-2012 sea el más seco, con menores precipitaciones desde el año 1940-1941, ha forzado al Gobierno de España a invocar el régimen extraordinario de sequía contemplado en el Convenio Internacional de La Albufeira, un hecho que no es visto con buenos ojos, por parte de las autoridades de nuestra vecina Portugal.
En este sentido, la semana pasada en Antena 1 radio, hemos podido escuchar las manifestaciones de los alcaldes -autarcas- de los Municipios de Miranda do Douro y Torre de Moncorvo.


Los Valores comunes a ambos países que se pretendieron desarrollar en el Tratado son el Medioambiente, los Recursos hídricos, el Patrimonio Cultural de las regiones fronterizas...estas ideas, estas perspectivas de futuro han hecho necesidad de llegar a acuerdos comunes entre ambos países, que se han plasmado en diversos Tratados Bilaterales desde 1864.



El río Duero, la mayor cuenca fluvial de la Península Ibérica, se divide en tres tramos: el propio español, el interior luso y el común de más de 110 kms de cañones que une las provincias o territorios de Trás-os-Montes- Salamanca y Zamora.



La importancia del Valle del Duero como eje articulador de los dos países es cada vez más clara, si a los argumentos anteriores unimos el hecho de que las aportaciones hídricas de su Cuenca también es la mayor de la península, así como la superficie en Km2.


 El primer tratado amistoso moderno entre Portugal y España es el denominado "Trtado de Límites de 1864", que señala los recursos de los tramos fronterizos que deben usarse en beneficio mutuo. En el año 1866 se añaden los Anexos al Tratado, relativos a Proyectos en estos tramos fronterizos.

Todos estos valores importantes, pueden estar ahora en discusión, en unos tiempos complicados, y en los que la Naturaleza parece también "ponerse en crisis".

La gran reserva hídrica de los Embalses del Esla -Ricobayo- y de Almendra, juegan su papel, no sólo para sofocar nuestra sed en este verano, y para una producción hidroléctrica -que está cayendo ya un 30% con relación a los máximos del 2010-, sino también para alimentar las necesidades del Norte de Portugal...

La Cascada de Abicheiros, en el Parque Natural das Arribas do Douro, vista desde "El Picón de Felipe", ahora está prácticamente sin agua.
"El Gran Cañón del Duero", una imagen incríble de este gran río a su paso por Aldeadávila de la Ribera, salamanca, antes de la construcción de su Presa.

jueves, 22 de marzo de 2012

mogadouro (ho mogadoyro): Quando o blog é notícia...

Nuestra felicitación a nuestro compañero Antero Neto, quien desde Mogadouro, trabaja con verdaderas ganas por dar a conocer el rico patrimonio Cultural de nuestra Región, porque la Raya del Duero no son dos países, no son dos realidades, sino una única.

El Douro no nos separa, nos une. Parabéns!!!

mogadouro (ho mogadoyro): Quando o blog é notícia...



Fotografías del escritor, abogado y autor del blog Antero Neto.

miércoles, 21 de marzo de 2012

Medalla conmemorativa de La Presa de la Almendra

Eran otros tiempos, pero desde luego el final de la Dictadura de Franco con su admiración por los pantanos, y la masiva entrada de capitales en Salamanca por parte de empresas como Iberduero, consiguieron realizar un milagro de empleo masivo.

Tanto la Presa de Aldeadávila de la Ribera, como la de la Almendra, en la desembocadura del río Tormes gozan de una distinción especial: "La concesión de la medalla conmemorativa".

La "MEDALLA CONMEMORATIVA DE LA PRESA DE LA ALMENDRA" fue concedida por el Gobierno de España en el BOE del 2 de diciembre de 1970, cuyo texto de Resolución es el siguiente:

"MINISTERIO DE OBRAS PUBLICAS


RESOLUCION de la Subsecretaria por la que se hace público haberse instítuído  la «Medalla conmemorativa de la Presa de Almendra».


Por Orden ministerial de 14 de octubre de 1970 y de conformidad.


con lo dispuesto en el Decreto1910/1963, de 24 de julio, y Orden minIsterial del 30 de octubre de 1968,


Este Ministerio ha acordado instituir la «Medalla Conmemorativa

de la Presa de Almendra», siendo sus características las que indica el artículo tercero del Decreto de 24 de julio de 1963 antes citado, debiendo figurar en el anverso, con una alegoría de la obra, la denominación «Almendra» y la fecha «Año 1970» y en el reverso, con la imagen de Santo Domingo de la Calzada y la inscripción «Ministerio de Obras Públicas», el nombre de la entidad concesionaria, (IBERDUERO, S.A.).

Lo que se hace público para general conocimiento.


Madrid, 12 de noviembre, 1970."
 
Os dejo con unas magníficas fotos de aquellos años de construcción de la Presa de la Almendra y del Salto de Villarino de los Aires en nuestras Arribes del Duero.






martes, 20 de marzo de 2012

Sequía en la Presa de LA ALMENDRA

El mayor lago artificial de las provincias de SALAMANCA Y ZAMORA sufre una enorme sequía. Se calcula que más del 6% de su capacidad se emplea en suministros de agua potable a la mayoría de las localidades de LAS ARRIBES DEL DUERO, un pequeño porcentaje para el caudal ecológico del Tormes en su desembocadura en el Duero -entre Fermoselle y Villarino de los Aires- y el resto es la reserva de producción hidráulica de las grandes Centrales de Aldeadávila de la Ribera I y II, y Saucelle de la Ribera I y II.



Como no llueva en esta primavera, habrá dificultades en el suministro de "agua de boca", y las pérdidas de producción eléctrica en Iberdrola serán también muy importantes.



Ya, incluso algunos invertebrados salen...a tomar el sol.








 

sábado, 17 de marzo de 2012

Los 3 AYUNTAMIENTOS de Aldeadávila de la Ribera

Me váis a disculpar las que seguís este blog de Cultura, que hable más de mi pueblo, pero ya se sabe que lo que se tiene más cerca...

Mi "Tía Pepa" me cuenta a menudo historias increíbles de antes de nuestra Guerra Civil -ya va para los 93 años-, y tiene una mente prodigiosa, además de su habilidad mental para insertar un hecho de su larga vida o un refrán de esos que ya no se escuchan, ni están recogidos en ningún libro. Es una forma peculiar de ver la vida, de disfrutar de la conservación que ya no volverá, y que ya no usamos las más modernas...cada persona mayor que nos abandona, es un mundo de sabiduría irrepetible que no podemos copiar, que se nos marcha, es un pedazo de nuestra tierra que nos abandona. estas personas sí que son CULTURA con MAYÚSCULAS, y no nuestros escritos, nuestros libros, siempre tomando ideas de ellas.


una de las historias que me cuenta mi tía hoy es el de los 3 Ayuntamientos de ALDEADÁVILA, o Casas del Concejo, como se les debía de llamar anteriormente, ya que somos descendientes de cultura leonesa y galaica.


Del edificio medieval del AYUNTAMIENTO de Aldeadávila, nada sabemos...probablemente estuvo en la Plaza mayor -el pueblo tiene más plazas, que aquí se llaman Torales- y tuvo que ser demolido hacia 1810, puesto que en esa fecha se aprueba por el Gobierno de la nación el crédito para el nuevo edificio, cuya principal misión iba a ser la de cárcel local y comarcal, a instancias del Ministro de la Guerra de entonces, y gran rival de Godoy, que se llamaba José Antonio Caballero y Caballero -2 º Marqués del caballero- y que como comenzaba la Guerra de la Independencia contra Napoleón, finalmente se ejecutó y con rapidez.


De este antiguo edificio neoclásico de 1810, sólo tenemos esta foto de 1902, en la que se ve a Miguel de Unamuno con un amigo vasco, probablemente Pedro Múgica:



Después, con el modesto desarrollismo de la Dictadura de Primo de Rivera, y el bienio conservador de la IIRepública, Aldeadávila de la Ribera tuvo unos alcaldes y secretarios muy activos, con un gran número de proyectos, incluso a nivel nacional, como la defensa del papel de los Ayuntamientos en la nueva Ley de Sanidad. En estos últimos años de primo de Rivera 1927-1929, cuando se decide demoler este ayuntamiento neoclásico, y levantar un 2º edificio, sin soportales, y con una amplia balconada.



Plaza y Ayuntamiento de Aldeadávila, años 23-24



Visita del Obispo de Salamanca acompañado de toda la Corporación descendiendo por la Calle de la Cilla hacia 1917. Esta foto es de mi colección particular.



Gran celebración ribereña en la Plaza Mayor en los años 20. Entonces cada familia acomodada, guardaba un traje charro-riebereño en sus baules todavía.

Partida de los Labradores, presentando su nuevo estandarte en los carnavales de 1944, y mirando a la Corporación que estaba en la Balconada del 2º Ayuntamiento

Este 2º edificio del Ayuntamiento de Aldeadávila, con sus chiqueros-cárcel, y su amplia balconada fue el que dominó la plaza durante el período "falangista", los primeros años de la Dictadura de Franco:




Posteriormente, en los primeros años 80, y con los dineros de los impuestos que pagaba Iberduero por los Saltos del Duero, se decide demoler este edificio, con sólo 50 años de uso, por el edificio actual, en el que sobresalen los portalones bajo arcadas de medio punto, con poco ambiente ribereño.




O esta foto de la Plaza del año 1940, enfervorizados todos los aldeavileños con sus corridas de toros:



En los primeros años 50, se mezcaclaban andruejos vestidos de "Carabineros de frontera" con la construcción de las talanqueras:





Así que mi "Tía Pepa" tiene razón cuando me cuenta que ha conocido los 3 ayuntamientos de Aldeadávila de la Ribera.











La Plaza Mayor, además de la Torre y la Iglesia, todavía conserva rincones medievales y renacentistas, de la época del "Licenciado de la Torre", año 1506


En los años 70, se veía así la calle Corredera y la famosa Torre en una postal:


viernes, 16 de marzo de 2012

V Marcha de Senderismo en PEREÑA DE LA RIBERA

La hermosa Pereña, nuestra Pereña de la Ribera, se une a las marchas senderistas de LAS ARRIBES DEL DUERO.

Se celebra este domingo 18 de marzo, a las 9 de la mañana. He entrado dos veces en la web oficial de su Ayuntamiento y no he visto la información. Mario Mariquelo -pereñalo- tiene publicada en su web la ruta, que os adjunto. 
Una especialidad de los ribereños es el magnífico convite posterior, entre los que destaca el bollo preñao, los chochos, y nuestro execelente vino D.O. Arribes del Duero.


Para la inscripción, o solicitar más información puedes dirigirte a:

Ayuntamiento de Pereña de la Ribera


Plaza España 1. 37175 Pereña de la Ribera (Salamanca)


Teléfono: 923 57 30 16
Fax: 923 57 30 16


Correo electrónico: aytoperena@gmail.com

Pereña de la Ribera, es apodada "El Balcón de las Arribes" por sus sugerentes y únicas vistas desde el Mirador del Castillo (en la ermita) del antiguo castro prerromano de El Berrueco, pero también por sus cascadas del "Pozo Airón", y la que comparte con Masueco de la Ribera:"El Pozo de los Humos".