La batalla
de Aljubarrota, y las negociaciones entre Castilla y Portugal de 1399.
La Historia diferente de las Arribes del Duero- párte 118
A raíz del gran conflicto
con Portugal de 1383-1385, la dinastía de
Trastámara, pierde su oportunidad de reinar también sobre Portugal y de
unificar ambas coronas. A partir del tratado de paz se abre un período de
conversaciones que recomponen el status de cada país, y las relaciones
diplomáticas desembocando en “las Paces
de Tordesillas”.
Las negociaciones previas
a dicho tratado se desarrollaron entre los años 1380 y 1410, representando a
Portugal los diplomáticos: Lourenço Anes
Fogaça, Alvar Gonzalez Camelho, Joao das Regras y el obispo Joao Affonso de Azambuja, y por parte
castellana: fray Fernando de Illescas,
Antón Sánchez de Salamanca y Pero
Sánchez del Castillo.
Las funciones diplomáticas
derivadas de la naturaleza militar y territorial de un tratado están llevadas a
cabo por los apoderados para una restitución completa de plazas fuertes,
castillos y posesiones, por los rehenes y sus guardadores, los receptores de
pleitos-homenajes y los jueces de límites y reintegro de prisioneros[1].
La primera fase de los
tratados se basa en los momentos finales de una nueva ruptura bélica que tuvo
lugar a partir del verano de 1396. Los resultados de estas primeras
negociaciones fueron muy escasos, porque sólo se consiguió una tregua de cuatro
meses hasta el mes de julio de 1396.
La segunda fase de las gesiones, se dieron en el
mes de diciembre, y en menor grado en los intentos durante el verano,
entremezclados con escaramuzas guerreras. Responden al establecimiento en el
mes de diciembre de un nuevo cese de las hostilidades de otros
cuatro meses, pero que de hecho se prolongaron hasta la firma del tratado, que
reguló la “Tregua larga de 1402”.
Las negociaciones se
desarrollaron en las proximidades de la villa
de Villanueva de Barcarrota, y
durante ellas hubo que sofocar por parte de los castellanos los intentos de
connivencia que se dieron con los lusos en la frontera extremeña, lo que se
plasma en el apresamiento del alcaide de la villa, que era hermano de un mantelero mayor de dom Joao I, y de un fraile recién llegado de Portugal, y sospechoso
de espionaje. Hasta la llegada de Aljubarrota,
la frontera medieval entre los dos reinos era mucho más permeable, no era una
línea rígida y cerrada[1]:
“Si ninguna frontera
medieval constituyó una barrera rígida, ésta resultaba en las dinastías
anteriores a los Avís un espacio discutido, entre otros factores, por las
apetencias expansivas de los concejos, la extensión de algunas sedes diocesanas
y abadengos a ambos lados de la frontera y el frecuente cambio de titularidad
de ciertas plazas y núcleos. A partir de Aljubarrota surge una mayor separación
entre ambos estados”.
En la vertiente portuguesa
no se tienen noticias de haber existido una reacción semejante con relación al
alcaide de Olivenza, o de otros
concejos vecinos. Sin embargo, en las regiones de Tras-os-Montes, Entre-Douro
y Minho, sí constituyó una constante
la confiscación de los dominios de monasterios cistercienses gallegos y
leoneses (como el de Tábara) a lo
largo de todos los conflictos bélicos de los siglos XIV y XV. Por otra parte,
el reforzamiento de todos los castillos portugueses desde Tras-os-Montes hasta el Guadiana,
entre las décadas de 1360 a
1410, podría obedecer a una doble razón: las operaciones militares de largo
alcance y la necesidad de prevenir traiciones puntuales. El principal defensor
de esta línea militar fortificada fue precisamente el diplomático: Nuno Alvares Pereira.[2].
El río Tormes con el Duero forma un triángulo maravilloso en las Arribes: Fermoselle, Villarino de los Aires, Bemposta.
Sobrado y cachorros en una casa tradicional de VILLARINO DE LOS AIRES.