No nos hemos olvidado de nuestra Historia diferentes de LAS ARRIBES DEL DUERO, ahora con nuestro fascículo 123, que trata de la pérdida de influencia de los llamados infantes de Aragón, aquellos que gustaban de perderse por los rincones más olvidados de las Arribes...
Las guerras
entre los infantes de Aragón y Juan II de Castilla (1420-1432)
A raíz de la muerte en
1406 de Enrique II, se encargaron de
la regencia la reina madre, doña Catalina
y Fernando de Antequera, tío del
joven Juan II. Fernando consiguió un
éxito militar notable al conquistar la plaza de Antequera en 1410, y fue
elegido rey de Aragón dos años más tarde en Caspe.
No obstante, Fernando
había actuado durante su regencia claramente a favor de sus hijos, a los que
pretendía convertir en un referente para el futuro de Castilla. Sus hijos, los
infantes Enrique, Sancho y Pedro de Aragón accedieron rápidamente a
dignidades como los dos primeros a los maestrazgos de Santiago y Alcántara, y
todas las posesiones de castillos, fortalezas, y territorio de las Cinco Villas, de Alburquerque y de Ledesma. Éstos
eran los infantes de Aragón, y como
ha puesto de manifiesto el profesor
Benito Ruano:
“con los bienes patrimoniales y con los adquiridos
sucesivamente… los infantes eran en su conjunto más poderosos en Castilla que
el propio rey”.
De quienes dijo el poeta Jorge Manrique, en las “Coplas a la muerte
de su padre:
“Qué
se hizo el rey don Joan?
los
infantes de Aragón,
¿qué
se hicieron?
¿Qué
fue de tanto galán,
qué
de tanta invinción
que
trujeron?
¿Fueron
sino devaneos?
¿Qué
fueron sino verduras
de
las eras,
las
justas e los torneos,
paramentos,
bordaduras
e
cimeras?”
Pero los infantes, además
de guerreros y ambiciosos eran también aficionados a la ciencia, e incluso el
principal de ellos Enrique llegó a
ser rector de la Universidad de Salamanca[1]:
“En
el año 1395, el infante D. Enrique de Aragón vivía en Salamanca, después de
haber hecho rápidos progresos en varias ciencias, y de haber desempeñado el
cargo de rector de la
Universidad, dió en la locura de dedicarse á la nigromancia.
De este tiempo traen origen las tradiciones del Negro, de la Redama, de la Cueva, de Clemesín y de la
madre Celestina”.
La desconfianza contra los
infantes surgía, pues por su descomunal fortaleza económica y de fortalezas,
acrecentado en 1416, al fallecer Fernando de Antequera y traspasarles,
añadidas sus posesiones en Castilla. En esta fecha al morir su padre, se les
empieza a ver ya claramente como intrusos extranjeros.
En 1419 se celebran nuevas Cortes del Reino en Madrid, donde es
declarado mayor de edad Juan II, pero
la situación no es cómoda: en Madrid son destacadas las revueltas contra el infante Don Enrique. En 1422 es detenido
y puesto preso por orden del rey Juan II.
El infante d. Enrique entrega
la Villa
y Tierra de Ledesma, años después, en 1426 a
su esposa la infanta Beatriz, cediéndosela como un “Señorío vel casi”
“...con el señorío e jurediçión çevil e
criminal, alta e baxa, e con el mero misto imperio della e de toda su tierra, e
del alcáçar e fortaleza della e todos los pechos e derechos e preuentos e
rrentas pertenecientes al señorío vel casi della, e no nos constituymos por
posehedor vel casy de la dicha villa e su tierra en su nombre”.
Este documento es muy
importante, porque nos informa de cómo era el dominio ejercido por el infante
Enrique sobre las aldeas de Ledesma.
Por otra parte, Juan II
ratifica la entrega en concepto de dote y arras por el matrimonio de
Enrique con Beatriz.